Toreros de Munera (V). Los años setenta

Graciano Jiménez Moreno

           Como ha quedado reflejado en el capítulo anterior, el novillero munerense Víctor Rubio Vitín continuó en los años setenta su trayectoria como novillero con picadores, hasta que en el año 1976 decidió poner punto final a su carrera. Por otro lado, a lo largo de esta década algunos jóvenes munereños decidieron probar sus aptitudes para el arte de Cúchares participando en festejos menores celebrados en su localidad natal.

Los festejos taurinos de la feria de Munera del año 1971 fueron organizados excepcionalmente por el empresario Juan Martínez Encarnación. Ese año, Pedro Fornés había decidido mantener cerrada su plaza de toros en señal de luto por el fallecimiento de su madre y los espectáculos tuvieron lugar en una plaza portátil situada en las afueras del pueblo. En tales circunstancias, el día 26 de septiembre se celebró una becerrada, anunciada de forma improvisada el día anterior, en la que participaron los jóvenes locales Gaspar Játiva Ciclón del Cuarto Silverio y Herminio Cerro Bódalo.

Munera, 26 de septiembre de 1971. Antes del paseíllo en la plaza portátil, de derecha a izquierda, Juanito Martínez. Gaspar Játiva, Herminio Cerro y un aficionado foráneo.

El 31 de mayo de 1973, festividad de la Ascensión del Señor, volvería a verse anunciado Gaspar Játiva en Munera, en esta ocasión en un festival junto al también paisano Juanito Ramírez Fortunero, pero finalmente el festejo no llegó a celebrarse. En 1974 Pedro Fornés programó para el día 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, un nuevo festival en el que tres de los cuatro noveles intervinientes eran de Munera: los mencionados Gaspar y Fortunero y Juan José Peinado Niño Canca.

Munera, 25 de julio de 1974. De izquierda a derecha, Gaspar Játiva, Juan Ramírez, Luis Montero (banderillero), Pepe Villena, Antonio Poveda (entonces novillero) y Juan José Peinado.

El éxito cosechado en este festejo por Gaspar Játiva le valió la repetición, ahora ya vestido de luces, en una novillada sin caballos celebrada el día 23 de la posterior feria de septiembre. Gaspar cortó esa tarde tres orejas que le permitieron salir a hombros, como lo atestigua la siguiente reseña de la agencia Cifra:

Novillada de feria. Cinco reses de Daniel Ruiz, bravas. Mucho calor y lleno en la plaza. La rejoneadora Lolita Muñoz, dos orejas. Pepe Villena, una oreja en uno y dos orejas en el otro. Gaspar Játiva, una oreja en su primero y dos orejas en el último. Los dos diestros salieron a hombros.

Programa de mano de la feria taurina de Munera del año 1974. En la novillada del día 22 Ángel Rafael sustituyó al anunciado Vitín.

Munera, 23 de septiembre de 1974. De izquierda a derecha, Antonio González Antoñés. Pepe Villena, Pedro Fornés y Gaspar Játiva.

        Gaspar Játiva Morcillo, anunciado en alguna ocasión como Ciclón de Cuarto Silverio, nació en Munera el 28 de marzo de 1950 y es nieto de César Játiva Cortijo, quien en décadas anteriores había deleitado en varias ocasiones a sus paisanos con su toreo cómico. Gaspar vistió por primera vez el traje de alamares en 1973 actuando en la parte seria del espectáculo cómico-taurino-musical La Revoltosa en la plaza de Daimiel (Ciudad Real). También intervino en Munera con este espectáculo e idéntica función en la feria de 1975, el 24 de septiembre. Después intervino en un festival que tuvo lugar en la plaza munereña el 17 de junio de 1976, festividad del Corpus, a beneficio de la iglesia parroquial. Esa tarde hizo el paseíllo junto a los matadores de toros Curro Fuentes y Eusebio de la Cruz y los novilleros Víctor Rubio Vitín y Antonio Poveda. La labor de Gaspar quedó reflejada así en la reseña del festejo redactada para la agencia de noticias Cifra.

Gaspar Játiva, aplaudido al torear con el capote. Faena variada. Tres pinchazos y una entera. Ovación y saludos.


 


        En la becerrada organizada por la peña taurina local “Palmas y Pitos” el 23 de septiembre de 1986, Gaspar Játiva quiso volver a pisar el albero munereño, aunque lo hizo ya como aficionado. Esa tarde figuró como espada y director de lidia un jovencísimo Manuel Caballero. Veintiocho años después, el 24 de septiembre de 2014, Gaspar repitió paseíllo en la plaza de su pueblo natal. Esta tarde se anunció con el sobrenombre familiar “Morcilla” en una becerrada sin muerte acompañado por otros aficionados locales. Gaspar, sin más pretensión que la satisfacción personal, aprovechó la ocasión para dar muestra de sus habilidades y convenció a los presentes con su templado y ligado toreo de muleta.  

De los avatares en la actividad taurina de Gaspar cabe mencionar un hecho de gran trascendencia relacionado con el percance que sufrió el torero Joaquín de Faura en sus comienzos, el más grave de este matador de toros a lo largo de su carrera taurina. El 9 de junio de 1974 se encontraba Gaspar con su amigo y paisano Ángel Galera en la placita de toros del complejo hostelero Los Gabrieles, cercano a la capital albaceteña. El munereño acudía con frecuencia a ese lugar para entrenarse con las becerras que ya habían sido toreadas en fiestas y celebraciones. Cuando Joaquín salió a la vaca que acababa de dejar Gaspar, sufrió un certero pitonazo en la ingle que le provocó una tremenda hemorragia. Mientras Gaspar apartaba la res cogiéndola por los cuernos, Ángel sacó al herido de la plaza. Sin pérdida de tiempo lo subieron al Seat 124 de Ángel, quien condujo abriéndose paso hasta la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social de Albacete. Mientras tanto, en los asientos traseros del coche Gaspar hacía cuanto podía para taponar el boquete por el que salía la sangre a borbotones. En la entrada de la residencia se encontraba como empleado de la misma el ex novillero y banderillero Luis Montero, quien rápidamente llevó al herido para que fuese atendido. Aunque había perdido mucha sangre, Joaquín de Faura pudo recuperarse de tan grave percance y continuar su caminar taurino.

En 1977 los jóvenes munereños Francisco Arenas Sánchez y Felipe de Lamo Varea ingresaron en la escuela taurina de Madrid cargados de ilusiones. Según el orden de inscripción figuran como los alumnos 114 y 115, respectivamente, de la entonces denominada Escuela Nacional de Tauromaquia, en la que coincidieron durante algún tiempo. Francisco llegó a participar en algunos festejos menores en tierras conquenses. Felipe, de cuya actividad taurina hablaremos en un próximo capítulo, actuó en varias ocasiones en Munera y en otras plazas, sobre todo castellanomanchegas.

Felipe guarda un grato recuerdo de su época en la escuela taurina madrileña. El munereño vivió, varios años después de su paso por dicho centro, una curiosa anécdota cuando asistió a una corrida de toros en La Roda en la que toreaba José Miguel Arroyo Joselito, entonces ya matador de toros y figura del toreo. Antes de comenzar el festejo Felipe se pasó por el patio de cuadrillas y acercándose a Joselito le preguntó si le conocía. El maestro madrileño lo miró y con una sonrisa le contestó: "¡Claro que te conozco! ¡Qué buenas estaban las patatas fritas que hacías en la escuela!". Efectivamente, en más de una ocasión el jovencísimo Joselito -tendría entonces once o doce años y atravesaba una dificilísima situación familiar- había probado alguna de las comidas que el munereño se preparaba en las cocinas de la escuela taurina y especialmente las patatas fritas. Recuerda también Felipe que alguna vez tuvo que prestar dinero a Joselito para el billete del metro madrileño.

Además de los festejos incluidos en el programa de la feria de Munera del año 1978, tuvo lugar el 25 de septiembre una becerrada organizada por el comité local del partido comunista. En el cartel de este festejo se anunciaba la lidia de dos reses de don Daniel Ruiz por Felipe de Lamo y el anteriormente mencionado Juan José Peinado Niño Canca, que estarían auxiliados por cuadrillas de aficionados también munerenses.

Cartel del festejo del 25 de septiembre de 1978.

En el capítulo anterior dedicado a los toreros de Munera en los años sesenta se mencionó a un hermano de Luciano Víllora Ortiz, Luis, que durante algún tiempo intentó abrirse camino en el arte taurino. Allí se mencionó también que una vez abandonadas sus aspiraciones quiso hacer el paseíllo en su pueblo, aunque en calidad de aficionado. En efecto, en la novillada sin picadores del 24 de septiembre de 1979 intervino en primer lugar, y así estaba anunciado, el aficionado local Luis Víllora, quien vestido de corto despachó un astado de don Daniel Ruiz. El corresponsal del diario La Voz de Albacete, Enrique García Solana, reflejó así la labor de Luis:

Luis Víllora, de Munera, que mató un novillo, fue premiado con dos orejas, pero ante las protestas del público arrojó una.

Sobre ese mismo festejo se había informado al público, aparte de los carteles oficiales, de que una vez finalizada la novillada se lidiarían dos becerras por los aficionados Ángel Luis Carlos el Español y Ambrosio Martínez el Valiente y con la intervención de cuadrillas de jóvenes aficionados locales. La reseña ya mencionada también se hizo eco de este hecho de la siguiente forma:

Al final se dio suelta a una vaquilla para los aficionados locales que mató Ángel Luis Carlos “El  Español”, que cortó dos orejas y rabo.

 


24 de septiembre de 1979. Ángel Luis Carlos el Español toreando la becerra de rodillas.

 



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