Los festivales taurinos benéficos en la plaza de toros de Munera (1.ª parte)

Graciano Jiménez Moreno

(Datos extraídos de la obra Historia Taurina de Munera, del mismo autor)

 

             Quizás el riesgo que la actividad taurina conlleva y la cercanía permanente con el peligro y la tragedia han hecho que todos los estamentos del planeta taurino hayan estado siempre sensibilizados y dispuestos a ayudar a los más necesitados. La principal manera de mostrar esta solidaridad ha sido organizando festivales taurinos y participando desinteresadamente en ellos con el objeto de destinar los beneficios a organizaciones benéficas, a personas en situaciones difíciles, etc. En la plaza de toros de Munera se han celebrado a lo largo de sus más de cien años de historia casi una veintena de festejos con este fin.

              El primer festejo benéfico en Munera del que tengo constancia documental es el celebrado el 31 de octubre de 1915. Para ese día se anunció una novillada a beneficio de los pobres de la localidad con tres novillas del ganadero don Agustín Flores, de Peñascosa (Albacete). Los espadas anunciados fueron el valenciano Enrique Belenguer «Blanquet», que entonces era banderillero del matador de toros José Gómez «Gallito» o «Joselito», y los hermanos aficionados Leopoldo y Manuel Risueño. El precio de la entrada general era 0,60 pesetas y el de la media entrada para niños menores de 10 años 0,40 pesetas.

Cartel del festejo benéfico del 31 de octubre de 1915

            Leopoldo Risueño fue un importante hombre de negocios y gran aficionado a los toros que tenía numerosas propiedades en Munera y Valencia; era amigo de muchos toreros valencianos a los que solía invitar a su finca de Munera. Su hija Carmen contrajo matrimonio en 1929 con el matador de toros valenciano Vicente Barrera, quien desde entonces mantuvo una muy estrecha relación con el pueblo de Munera.

            Enrique Berenguer Soler «Blanquet», nacido el 17 de enero de 1881 en Valencia, ha sido uno de los grandes subalternos de la historia taurina. Aunque fue un buen banderillero, destacaba sobremanera en la lidia poderosa y eficaz con el capote, especialmente con los toros duros y difíciles, hasta el punto de que en la última etapa de su carrera no ponía banderillas por reservarle sus jefes de fila para las labores de brega.

             Aunque probablemente sea más leyenda que realidad se atribuye a Blanquet la capacidad de presentir la muerte cuando olía a cera derretida. Se dice que percibió ese olor en los patios de cuadrillas de las plazas de Talavera y de Madrid las tardes en las que murieron Joselito y Granero, respectivamente, cuando actuaba a las órdenes de esos matadores. La tercera vez que Blanquet olió a cera fue antes de hacer el paseíllo en la plaza de Sevilla el 15 de agosto de 1926 a las órdenes de Sánchez Mejías. Esa tarde no se produjo ninguna desgracia en el ruedo pero fue el propio Blanquet quien falleció después del festejo cuando se quitaba el vestido de torear en un departamento del tren que debía llevarle a Ciudad Real. Tras ser embalsamados, los restos del banderillero llegaron a Valencia en el tren correo de Andalucía y quedaron expuestos en la enfermería de la plaza de toros. El entierro de Blanquet constituyó una gran manifestación popular de duelo en valencia. El féretro fue llevado al cementerio en una carroza fúnebre arrastrada por ocho caballos y recibió sepultura en el panteón propiedad de su íntimo amigo Leopoldo Risueño el 18 de agosto. El importe del embalsamamiento del cadáver de Blanquet ascendió a 7 775 pesetas y fue reclamado a Leopoldo Risueño, pero este se negó a pagar dicha cantidad por no creerse obligado y considerarla abusiva. Esta negativa motivó que el asunto pasase a los tribunales, llegando incluso a persistir problemas de competencia entre los juzgados de Sevilla y de Valencia en febrero de 1931, cuando Leopoldo Risueño ya había fallecido.

           Otro festejo benéfico se celebró el día 24 de junio de 1921, festividad de San Juan, con la participación de cuadrillas de aficionados locales. En el cartel del festejo, a beneficio de los pobres de la localidad, se anunciaron Enrique Fornés, Nicolás Blázquez y Mariano Aguado como espadas. Otros aficionados munerenses figuraban como sobresalientes y banderilleros. Las tres reses anunciadas pertenecían a la ganadería de los Sres. Miramón, vecinos de El Bonillo.

Cartel del festejo benéfico del 24 de junio de 1921

Participantes en el festejo celebrado el 24 de junio de 1921. En primer término, de derecha a izquierda: Enrique Fornés Arenas, Nicolás Blázquez Aguado (con pantalón claro) y un actuante que según las distintas fuentes consultadas podría ser Mariano Aguado Beltrán o Eufrasio Bautista. A la izquierda de la foto y apartado del grupo de toreros, el veterinario Augusto Blázquez de Lamo.

             El gran acontecimiento taurino del año 1921 en Munera, aparte de las dos novilladas con picadores de la feria de septiembre, tuvo lugar el 8 de diciembre, festividad de la Purísima Concepción. Ese día se celebró un «gran festival taurino patriótico a beneficio de los heridos de África» en el que actuó el matador de toros valenciano y gran figura del toreo Manuel Granero.

          En aquel tiempo el ejército español vivía momentos críticos en África en su lucha contra los cabileños comandados por Abd-el-Krim. Acababa de producirse el llamado «desastre de Annual» y era imprescindible el envío de nuevos pertrechos militares y ayuda para atender a los numerosos heridos. Ante esta situación se produjeron en España numerosos movimientos, actos y cuestaciones para recaudar fondos que permitiesen paliar la situación de nuestros soldados. Munera se sumó a esta causa y se organizó el festival patriótico del día 8 de diciembre, promovido por Leopoldo Risueño, así como una función de cinematógrafo, por la noche, en el teatro Benavente con episodios de la guerra de Marruecos.

            La prensa de Albacete se hizo eco de algunos pormenores tanto previos como posteriores al festejo. Se informó de que a finales de noviembre se habían desplazado a la ganadería de don Ángel Yagüe, en Alcaraz, los aficionados locales don David Moya, don Sixto Solana y don Pedro Andrés Játiva para elegir las reses que habían de lidiarse en el festival. Asimismo, de la llegada de los «bonitos carteles en los que resaltando los colores nacionales, se anuncia la corrida patriótica» y de la llegada de los toreros a Munera unos días antes del festejo.

            En el cartel que anunciaba el acontecimiento se indica que comenzará a las dos y media en punto de la tarde y que se lidiarán, banderillearán y serán muertos a estoque tres novillos de la ganadería de don Juan Yagüe, con divisa rosa y verde; «dos por el aplaudido y valiente matador de toros Manuel Granero y uno por el renombrado picador de toros Antonio Marín Farnesio». Se indica también que «actuarán de banderilleros y peones auxiliares, los valientes y aplaudidos diestros valencianos Enrique Berenguer "Blanquety Nicanor Fraga "Carranza"».

Cartel del festival celebrado el 8 de diciembre de 1921, festividad de la Purísima Concepción

            A pesar de celebrarse el festival en el mes de diciembre, esos días hizo buen tiempo según las informaciones publicadas en la prensa. El día del festejo «la tarde era como de Mayo, templada, luminosa y pura». No se llenó sin embargo la plaza, aunque si estuvo muy animada y amenizada por la banda de música de El Bonillo.

            Después del festejo se celebró una fiesta en la casa de la señora viuda de Arenas a la que fue invitado Granero. Los encargados de ir a buscar al torero a casa de don Leopoldo Risueño fueron Corrochano y Nicolás Blázquez Aguado. Entre los asistentes a la fiesta se encontraban las señoritas Solana, Bas, Anita Aguado, Elena Picazo, Rafaela y Carlota Quijada, así como Consuelo, Elisa y Carmen Arenas, dueñas de la casa. «Al terminar un fox trot, de entre las parejas, surge Corrochano, y no viene solo; trae un envoltorio debajo del brazo». Lo que llevaba Corrochano era el violín de Eufrasio Bautista (luego sacristán de Munera). Granero, que tocaba muy bien este instrumento, ejecutó varias piezas musicales siendo acompañado al piano por la señorita Carmen Sánchez, hermana del médico don Esteban. Como anécdota, recordaba Eufrasio que el aroma del perfume que utilizaba Granero quedó impregnado en el violín durante muchísimo tiempo.

            Después del festejo, Manuel Granero y su cuadrilla pasaron una temporada en compañía de su amigo Leopoldo Risueño y su familia en las propiedades de este último en Munera.

            Cuando Manuel Granero toreó en Munera tenía 19 años y era una gran figura del toreo. España entera lo veía como el sucesor de Joselito, a quien el toro Bailaor había corneado mortalmente el 16 de mayo de 1920 en Talavera. Cinco meses después después de hacer el paseíllo en Munera, el 7 de mayo siguiente, Granero toreaba en Madrid. Vestía un traje negro y oro. El quinto toro de la tarde, Pocapena, cárdeno bragado, bien puesto y afilado de pitones, burriciego, de la ganadería del duque de Veragua, empitonó por el muslo al torero y lo llevó junto a las tablas, donde una certera cornada le destrozó la cabeza y terminó con la vida del joven y magnífico torero. España entera lloró su muerte.

            En la casa de Munera del torero Vicente Barrera han permanecido diversas cabezas de toro como recuerdo de los triunfos de Granero. Una de ellas correspondía al toro Malacara, de la ganadería de Santa Coloma, cárdeno, marcado con el número 36, lidiado en Madrid en sexto lugar el 17 de mayo de 1921, al que Manuel Granero realizó la mejor faena de muleta de su corta carrera en el toreo.

            Como se indica en el cartel anunciador, Antonio Marín Herrera «Farnesio» era un renombrado picador de toros cuando actuó en el festival de Munera matando uno de los novillos. Formaba parte de la cuadrilla de Granero pero antes había actuado a las órdenes de importantísimos toreros como Vicente Pastor, Rodolfo Gaona, Joselito y Sánchez Mejías. A la muerte de Granero figuró en las cuadrillas de Marcial Lalanda, Victoriano Roger y Vicente Barrera. falleció en Madrid el 15 de abril de 1968.

            Nicanor Fraga «Carranza» fue un banderillero valenciano que estuvo en activo hasta 1947. Fue nombrado entonces mayoral de la plaza de toros de Valencia, puesto que ocupó durante bastantes años. Falleció en Valencia el 11 de agosto de 1977.

                Tras el estallido de la contienda civil en 1936 proliferó la celebración de festivales taurinos en muchas ciudades con el objeto de recaudar fondos para atender las necesidades de la población y de los combatientes. En Munera, zona republicana, el Frente Popular organizó dos festivales para los días 22 y 23 de septiembre de ese año a beneficio de los hospitales de sangre. El día 22, cuatro novillos-toros de don Rufo Serrano, de Cuenca, para el famoso matador de toros valenciano Vicente Barrera y el novillero Rafael Araix, natural de Burriana, actuando César Ponce como sobresaliente. El día 23, dos novillas de la ganadería albaceteña Samuel Hermanos para el joven novillero César Ponce y otras dos novillas de la misma ganadería para los aficionados munerenses Inocente Hernández «Facultades» y Emilio Martínez «Carreterito». Los precios de las localidades del festejo del día 22 fueron 4 pesetas la entrada de sombra y 3 pesetas la de sol. El día 23 el precio de las localidades fue la mitad.


Cartel de los festivales taurinos a beneficio de los Hospitales de Sangre en septiembre de 1936

            La guerra civil finalizaba oficialmente el 1 de abril de 1939, pero quedaba el dolor de tantas heridas abiertas durante la contienda. Empezaba la postguerra, tiempos muy duros, de penurias y escaseces y los españoles necesitaban creer que era posible volver a una difícil normalidad. Casi medio año después de terminar la guerra se celebraron en Munera «grandes fiestas» que tuvieron lugar desde el día 20 al 25 de septiembre como era tradicional. Dianas, dos grandes castillos de fuegos artificiales, verbenas y concursos de mantones de Manila formaban parte de la programación. Pero una parte fundamental de ese programa fueron las «dos grandes corridas con fines benéficos» de los días 22 y 23 de septiembre.

           El día 22 se anunciaron cuatro novillos-toros de la ganadería de don José Tomás Frías y hermanos, de Villamanrique, para los espadas Vicente Barrera y José Vera «Niño del Barrio», actuando como sobresaliente el munerense Inocente Hernández «Facultades». El día 23 figuraban como espadas los novilleros Juan Miguel Rosa «Serranito» y Fernando Tébar, encargados de lidiar cuatro novillas de la misma ganadería que el día anterior. Curiosamente en el cartel que se presentó en el Gobierno Civil de Albacete se anunciaban los festejos para los días 21 y 22, mientras que en los que se distribuyeron al público ya se indicaban los días 22 y 23 de septiembre, como venía siendo habitual en la feria de Munera. Los asistentes al primer festejo tuvieron que pagar 8 pesetas en sombra y 5 en sol, mientras que los que lo hicieron la segunda tarde abonaron 5 y 3 pesetas respectivamente, disponiendo también de precios de «media entrada» para los niños pequeños.

Cartel presentado en el Gobierno Civil para la autorización de los festejos de la feria de 1939. En el cartel publicitario se cambiaron las fechas a los días 22 y 23 de septiembre

              Cuando Barrera tomó parte en el primer festejo que se celebró en Munera después de la guerra, conservaba el magnífico cartel que como figura del toreo había conseguido años atrás. Ese mismo año de 1939 llegó a torear 34 corridas de toros.

            Vicente Barrera Cambra nació el 3 de diciembre de 1907 en Valencia. Su familia se dedicaba al negocio de ganados y carnes en gran escala y gozaba de una desahogada posición económica. Tras la prematura muerte de su padre, en 1916, fue surgiendo en Vicente la afición al toro. Aunque su madre Bruna y sus tíos se opusieron tenazmente en un principio a sus propósitos, finalmente decidieron apoyarle y facilitarle el aprendizaje de la carrera taurina para evitar males mayores. Tras una brillante carrera como novillero tomó la alternativa el 17 de septiembre de 1927 en la plaza de su Valencia natal. Ese día el coloso Juan Belmonte, en presencia de su hermano José, le cedió la muerte del toro Romano, de la ganadería de la viuda de Concha y Sierra. Las siguientes temporadas de Barrera fueron brillantísimas, ocupando siempre los primeros puestos del escalafón. Tras dos anuncios de retirada dejó definitivamente la profesión el 3 de mayo de 1945 en Barcelona.

          Vicente Barrera Cambra ha pasado a la historia como una gran figura del toreo. Era valiente, muy técnico, variadísimo tanto con el capote como con la muleta, gran lidiador, dominador de toros difíciles, habilísimo con el descabello, artista cuando el toro lo requería y con un gran amor propio o vergüenza torera. La importancia de Barrera queda de manifiesto si se tiene en cuenta que tuvo que competir con toreros de la talla de Juan Belmonte, Marcial Lalanda, Chicuelo, Domingo Ortega, Manolete, Arruza o Luis Miguel Dominguín.

            Barrera, ya retirado y poseedor de una gran fortuna, disfrutaba de su familia, de la compañía de sus amigos y de sus aficiones. Pasaba largas temporadas en Munera, donde tenía la finca Casanova y la lujosa casa de la calle Mayor. En la finca practicaba dos de sus grandes aficiones, la de correr liebres con sus galgos y la caza. Allí acudían sus amigos e invitados, frecuentemente altas personalidades, a las cacerías que organizaba. Durante años Vicente Barrera asistió a las corridas que se celebraban en Munera ejerciendo, como muestra de cariño con el pueblo, las funciones de asesor, hecho que llegaba a anunciarse en los carteles para dar mayor relevancia a los festejos. Vicente Barrera Cambra falleció a consecuencia de un tumor cerebral a la edad de 49 años, el 11 de diciembre de 1956, en su casa de la calle Ruzafa de Valencia.

Casa familiar del matador de toros Vicente Barrera, anteriormente  de Leopoldo Risueño, en la calle Mayor de Munera, hacia los primeros años treinta.

            El murciano José Vera Brocal «Niño del Barrio» llegó a tomar la alternativa en Orihuela en 1944, pero la escasez de actuaciones en el escalafón superior le llevó a continuar su carrera como banderillero hasta su retirada en 1965. Falleció el 12 de septiembre de 1970 en su ciudad natal.

            En el festejo del día 22 intervino como sobresaliente Inocente Hernández «Facultades», el buen aficionado y popular peluquero de Munera que llegó a verse anunciado en otros festejos menores en la plaza de su pueblo. Inocente siempre mantuvo con los clientes que acudían a su barbería animadas charlas sobre toros en las que con frecuencia recordaba con gran entusiasmo y orgullo que había sido sobresaliente nada menos que del gran Vicente Barrera.

            De los dos novilleros que torearon el segundo festejo benéfico de la feria de 1939 solo Serranito tuvo una carrera taurina extensa. Juan Miguel Rosa Muñoz «Serranito», nacido en Paterna del Madera (Albacete) el 9 de mayo de 1911, inició su actividad novilleril antes de la guerra civil y continuó con la misma tras la contienda. Posteriormente pasó al escalafón de banderilleros y su labor alcanzó mayor importancia, figurando, entre otras, en las cuadrillas de los albacetenses Juan Montero y de Pedrés. Continuó en activo hasta los años setenta y ayudando a los toreros modestos que empezaban.


 

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