Esquilador, un oficio en extinción
Graciano Jiménez Moreno
Cada año, a finales de la primavera, cuando ya se acercan los calores del verano, los ganaderos han de liberar a sus ovejas del «abrigo» natural de lana que las ha protegido de los rigores del último invierno. Es el tiempo del esquileo, o esquila, una operación de gran importancia para el cuidado, el bienestar y la higiene del ganado y que precisa de una gran destreza por parte de los encargados de llevarlo a cabo. Esta dura labor ha venido realizándose desde hace siglos por parte de esquiladores, normalmente organizados en cuadrillas, de manera tradicional, apoyándose tan solo en los avances tecnológicos que han experimentado a lo largo del tiempo los instrumentos de corte empleados en la tarea.
![]() |
Vicente, jefe de la cuadrilla los Pindorros, en plena faena de esquileo |
Las antiguas
tijeras de esquilar, utilizadas desde tiempos inmemoriales, dieron paso a
máquinas dotadas de peines y cuchillas de corte que permitían un trabajo más
preciso y facilitaban el trabajo de obtener el vellón. El problema continuaba
siendo el esfuerzo que el esquilador debía realizar con su mano para accionar
la máquina durante todo el trabajo. Para solucionar este inconveniente se
fueron utilizando inicialmente diferentes fuentes de energía, independientes de
la mano del operario, y desarrollando sistemas de transmisión para lograr el
accionamiento de la máquina. Se llegaron a utilizar tornos impulsados por una
caballería y sistemas accionados por motores de combustión. Fueron habituales las
máquinas esquiladoras con una manivela, accionada habitualmente por un zagal, para
generar el movimiento. La utilización de la electricidad supuso un avance
definitivo en la evolución de las máquinas de esquileo hasta los diseños
actuales, mucho más cómodos para el operario, que permiten un esquilado preciso
y la reducción del tiempo dedicado a cada oveja.
![]() |
Tijeras de esquilar sobre un vellón de lana |
![]() |
Esquileo con tijeras, actualmente en desuso |
![]() |
Vicente hijo e Iván mostrando una esquiladora de manivela |
En lo que respecta a la producción de lana en Munera, conocemos a través de las llamadas Respuestas Generales del Catastro de Ensenada que en la mitad del siglo XVIII solo se cortaba la lana al ganado que poseían los vecinos de la localidad y que la lana era «vasta [basta] y de corta consideración». No existían en el término lugares dedicados al esquileo para ganados procedentes de otros lugares.
El esquileo es una actividad que en nuestra tierra puede llegar a ocupar hasta dos o tres meses al año. La temporalidad del trabajo, la formación que precisa, y sus características, como su dureza, hacen que en España escaseen las cuadrillas de esquiladores, estando este oficio al borde de la extinción. Una mayoría de los que trabajan en nuestra región son cuadrillas de profesionales procedentes sobre todo de Uruguay, también algunos de Argentina u otros lugares, que vienen a nuestro país expresamente para realizar el trabajo durante aquellos meses en los que no hay esquileo en el continente sudamericano.
Munera supone una excepción en cuanto a la carencia de estos profesionales. Nuestro pueblo cuenta con una cuadrilla de esquiladores de la localidad, la conocida como los Pindorros, continuadora de una tradición que en su caso abarca al menos cuatro generaciones.
Vicente hijo nos
cuenta, a la vez que muestra su pasión por este oficio, el proceso que se sigue
con cada animal. El esquilador coloca la oveja en el puesto de esquilado y la
sujeta, él solo, colocándola en la posición adecuada para comenzar el corte, que
en esta cuadrilla se inicia por la pata trasera derecha. Después la va
cambiando de posición para continuar el esquilado «tirando lañás
de rabo a oreja» hasta
obtener finalmente el vellón, de una sola pieza, que inmediatamente se enrolla
con habilidad y una técnica determinada y se arroja a una saca con el resto de
vellones. La esquila puede llegar a durar incluso menos de un minuto para cada
oveja, aunque depende de las características o el estado del animal (de ordeño,
parida, borrega…). Lo más delicado es la parte de la panza por el
riesgo de hacer un corte en esta zona con presencia de venas. Como curiosidad
también me comenta que en tiempos pasados se dejaba a los muruecos un mechón de
lana en el lomo para poder atarles el baleo o baleíllo, especie de mandil
redondo trenzado con esparto cuya función era impedir que el semental pueda
cubrir las hembras.
Recientemente, el deseo de dar a conocer a nivel general esta actividad ganadera, tan necesaria para el cuidado y bienestar del ganado, ha llevado a que en algunas regiones o localidades se organicen exhibiciones y concursos de esquileo. Estas actuaciones, en las que se muestran al público la habilidad y rapidez de los esquiladores en el desempeño de este arte, puede servir para mantener o incluso despertar el interés por este oficio tradicional actualmente en peligro de extinción.
No podría
finalizar este artículo sin expresar mi agradecimiento a los miembros de la
cuadrilla los Pindorros
por su colaboración y por las facilidades dadas para la elaboración del mismo, así
como por la valiosa información gráfica aportada. Espero que, a no mucho tardar, pueda compartir con
ellos la exquisita caldereta de cordero que, en el obligado descanso de
mediodía, les sirve para reponer fuerzas durante la dura jornada de trabajo.
----------
Nota: Las fotos de este artículo han sido cedidas por la
cuadrilla de esquiladores los Pindorros.
Comentarios
Publicar un comentario