La calle de la Iglesia (segunda parte)

Graciano Jiménez Moreno

Si pretendemos realizar nuestro paseo por la calle de la Iglesia partiendo desde la calle del Pozo, es decir, en el sentido creciente de la numeración, hemos de fijarnos inmediatamente en un edificio completamente reformado y señalado con el número 1. Se trata de la hospedería Bodas de Camacho, un pequeño hotel con gran encanto en plena ruta de don Quijote, regentado por la familia Varea Morcillo. El nombre del establecimiento evoca el conocido episodio que Cervantes narra en los capítulos XIX, XX y XXI de la segunda parte de su universal novela. Curiosamente, este edificio estuvo dedicado hacia la mitad del siglo XIX a una función similar como casa posada. Más tarde pasaría a ser vivienda particular de Emiliano Paños Blázquez y su mujer Concha Fornés, llegando a montar en sus dependencias una tienda de tejidos con entrada por la calle del Pozo.

En la acera opuesta, frente a la hospedería, está la fachada lateral del establecimiento que durante tantos años regentaron el matrimonio Enrique y Graciana y que tiene su entrada principal por la calle del Pozo. A esta calle daba un escaparate y puertas secundarias de estos «grandes almacenes» que, más que por su nombre oficial (comercio Los Ángeles), eran conocidos como casa de Enrique Garita o de la Graciana. El establecimiento pasaría más tarde a Baltasar y Rosa Mari (hija de los fundadores) y después albergaría una tienda de electrodomésticos. Quizás algunas personas mayores lleguen a recordar que en esta casa había vivido antes de la guerra don Pablo Fernández Céspedes, conocido como el «médico ciego» por haber sufrido esta discapacidad ocasionada en un accidente de escopeta.

Desde donde nos encontramos vemos a escasa distancia la plaza de la Constitución y los edificios del tramo de calle que nos lleva a ella. En el lado derecho, contiguo al edificio que albergó el comercio antes citado, se encuentra la llamada actualmente casa de Basilio el Pobre, con instalaciones complementarias del complejo hotelero Bodas de Camacho. A esta casa da nombre otro de los personajes principales del mismo episodio del Quijote, Basilio, que finalmente y mediante una original artimaña logró casarse con su amada, la bella Quiteria. En 1918 llegó a montar en esta casona una fábrica de calzado el comerciante José Antonio Fornés; como característica principal puede indicarse que utilizaba para las suelas la goma procedente de ruedas de automóviles usadas. En esta casa vivirían después otros miembros de la familia de Fornés.

A continuación, siguiendo por el mismo lado, en el número 4, tuvo su domicilio y un despacho de pan el conocido panadero Leopoldo Blázquez en la segunda mitad del siglo pasado. Su horno moruno de pan cocer estaba en la calle actualmente denominada Diputación Provincial. En este lugar de la calle de la Iglesia o en el inmediato al mismo es donde me atrevo a situar el antiguo hospital de la localidad apoyándome en el contenido de diversos documentos, algunos de los cuales ya se reflejaron anteriormente.

Para llegar a la plaza de la Constitución tan solo nos queda avanzar unos metros junto a la fachada lateral de la farmacia García Moreno, establecimiento cuya entrada principal se encuentra en dicha plaza, terminando así el recorrido por este lado de la calle de la Iglesia.

Ahora hemos de retroceder tan solo unos cuantos pasos para retomar la acera de los números impares donde la habíamos dejado: a la altura de la hospedería Bodas de Camacho. A continuación, en el número 3, se encuentra un edificio recientemente rehabilitado, cuya menor altura (una sola planta) contrasta con la de los dos adyacentes. El rótulo de su fachada indica claramente la función a la que se dedica tras su reciente reforma: Romero & Simón S. A., Corredor de Seguros.

Seguidamente, en el número 5, se encuentra la casa que fue el hogar del ya mencionado José Antonio Fornés. Hay que recordar que este comerciante y gran aficionado taurino mandó construir la plaza de toros de Munera, que fue inaugurada el 22 de septiembre de 1913 (parte de la propiedad perteneció a su hermano Enrique, entonces menor de edad). Tras la muerte de José Antonio en el año 1925 siguió viviendo en ella su viuda Francisca Solana con los hijos. También fue el domicilio de Lolita, nieta de José Antonio y Francisca, y su marido don Vicente Martínez, quien tuvo instalada allí su consulta como médico. La casa pasaría después al veterinario don Abelardo Blázquez y su mujer Carmen Fornés y más tarde a Carmen, hija de estos últimos.

Podemos retroceder dos siglos en el tiempo para conocer otros datos interesantes de la historia de esta casa. En el año 1824, Rafael Barrajón, vecino de la villa y corte de Madrid, compró por dos mil quinientos reales de vellón una casa en la calle del Hospital que, según consta en la escritura, lindaba por el norte con dicha calle y por poniente con el callejón de la Iglesia. La descripción corresponde a la casa con la entrada por el número 5 y su fachada lateral en el callejón, es decir, la casa antes indicada como de la familia Fornés. En 1834, la casa fue adquirida por Basilio Pascual Bernedo por mil cuatrocientos reales de vellón según la correspondiente escritura. Como se indicará más adelante, el mismo Basilio Pascual había comprado el año anterior una casa colindante a esta en el callejón de la Iglesia.

Años más tarde, dos hermanas, nietas de Basilio Pascual, se casaron con el primer Fornés que llegó a Munera, lo que puede explicar que la casa actualmente señalada con el número 5 terminase siendo propiedad de la familia con este apellido. No obstante, la afirmación anterior requiere, sin duda, una explicación más detallada. En efecto, María Antonia Pascual Rodríguez, hija de Basilio y su primera mujer Rosa, tuvo entre otros descendientes dos hijas: Felipa y Matilde Arenas. Felipa se casó el 3 de julio de 1875 con Francisco Fornés Badía, natural de Sarreal (Tarragona), padre del anteriormente mencionado José Antonio. Felipa falleció el 7 de julio de 1890 y Francisco se casó, dos años y medio después, el 10 de diciembre de 1892, con Matilde, soltera. De este nuevo matrimonio nació el también mencionado Enrique.


Casa de Fornés

Tras este pequeño comentario genealógico podemos continuar el recorrido por la acera de los números impares. La remozada fachada de piedra de la casa que acabamos de comentar gira hacia el mediodía formando un chaflán y dejando paso al callejón que rodea el ábside de la iglesia parroquial. El callejón, que inicialmente se dirigía hacia el sur, cambia su dirección hacia el sudoeste y a los pocos metros termina en la plaza de don Bartolomé, lo que supone el final de la calle de la Iglesia. En este tramo solo existen obviamente casas en el lado izquierdo, que continúan con la numeración impar precedente, desde el número 7 hasta el número 11.

Ya se ha comentado anteriormente el motivo por el que el callejón fue nombrado también como callejón Madrileño en algunos momentos del siglo XIX. Puede resultar interesante conocer algunos detalles sobre los propietarios en aquella época.

En noviembre de 1833, Basilio Pascual Bernedo, natural de Oyón (Álava) y vecino de Munera, compró por un total de tres mil quinientos reales de vellón las dos mitades de una casa del callejón (una de las partes pertenecía a don Manuel Cadenas) que lindaba por el norte con la de Rafael Barrajón. Conviene recordar que, como ya se ha dicho antes, Basilio Pascual también adquirió el año siguiente la casa de Rafael Barrajón pasando a ser propietario de las dos casas colindantes: la de la calle hospital y la del callejón. Tras fallecer la esposa del dicho Basilio, Rosa, las dos hijas del matrimonio, María Antonia y Dionisia, ambas nacidas en Madrid y vecinas de Munera, vendieron en 1862 la parte de casa heredada de su madre situada «en la rinconada detrás de la iglesia». El comprador fue don José Pascual Rodríguez, abogado de los Tribunales Nacionales y vecino de Madrid, hermano de las vendedoras y también heredero de una sexta parte de casa. Don José Pascual pasó, pues, a ser el propietario de la mitad de la casa del callejón (la otra mitad seguía perteneciendo a su padre). Tras fallecer don José Pascual, su viuda doña Francisca del Ojo Gómez compró en 1868 la mitad que aún pertenecía a su suegro y pasó a ser la única propietaria de la casa de la rinconada.

Más recientemente esta casa del callejón perteneció a cuatro hermanas, María Luisa, Teresa, Socorro y Caridad Solana Gallego, que en el siglo pasado, después de la contienda civil, vistieron el hábito ursulino desempeñando las labores encomendadas por la congregación, fundamentalmente en el campo de la enseñanza, en lugares bastante distanciados de nuestra geografía. Por este motivo aún es frecuente referirse al callejón como callejón de las Monjas. Hay que recordar también que en otro tiempo estuvo ubicada en este callejón la sede de la antigua Hermandad de Labradores y Ganaderos de la localidad.


Vista parcial del callejón de la Iglesia con la «casa del rincón» al fondo

Tramo final del callejón de la Iglesia

Al otro lado de la plaza de don Bartolomé vemos el principio de la calle Diputación Provincial, vía que durante más de un siglo y hasta hace unas décadas también llevó oficialmente el nombre de la que acabamos de recorrer. La nueva denominación ya no recuerda la función que durante siglos viene cumpliendo esa calle: conectar el antiguo barrio de la Temeridad, nuestro casco histórico, con la puerta del Sol del templo parroquial. ¡Vaya por Dios!


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Fuentes documentales:
- Archivo Histórico Diocesano de Albacete.
- Archivo Histórico Provincial de Albacete.

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