José de Lamo, un munerense del siglo XVIII en Montiel
Graciano Jiménez Moreno
Nota previa del autor: Este artículo fue redactado durante el periodo de confinamiento vivido en el año 2020, cuando era imposible acudir a archivos históricos para la consulta de documentos. Tales circunstancias me llevaron a utilizar los recursos de internet para seguir investigando sobre algunos aspectos de la historia de Munera. De esta manera pude llegar a descubrir la curiosa historia de este humilde labrador munereño, apellidado de Lamo, que llegó a convertirse en un notable terrateniente fuera de su localidad natal.
(Artículo publicado en ECOS, número 130, abril-mayo de 2020)
Buscando información sobre la historia de Munera y sus gentes llamó mi atención hace algún tiempo un interesante artículo escrito por C. J. Rubio Martínez y publicado en los Cuadernos de Estudios Manchegos. En dicho escrito se menciona a un munerense llamado José de Lamo que vivió en la zona de Montiel en la mitad del siglo XVIII. Lo anecdótico de la forma en que llegó a ser un importante terrateniente en aquella comarca me ha llevado a reflejar aquí algunos pasajes de su vida, unos recogidos en este artículo y otros fruto de la investigación sobre su origen familiar.
José
de Lamo había nacido en Munera hacia 1707 y después pasó a residir en
Villanueva de los Infantes. En esta localidad José conoció a doña Catalina, una
joven dos años menor que él e hija de don Francisco Pérez Cabellos. Seguramente
por la diferencia social de ambos enamorados –José era labrador y analfabeto– don
Francisco prohibió la relación entre ambos jóvenes; sin embargo de una forma un
tanto rocambolesca consiguieron vencer cuantos obstáculos encontraron hasta
lograr su unión en matrimonio. En efecto, la noche del 19 de septiembre de
1731, José de Lamo y su hermano Pedro entraron en la casa de Pérez Cabellos y
se llevaron a la joven Catalina, además de diferentes alhajas y hasta 18.000
reales en dinero. Es bastante probable que tales hechos se produjeran con la
connivencia de la joven, aunque don Francisco argumentó que los asaltantes habían
escalado su casa. Parece que el alcalde de Munera llegó a apresar a los
hermanos cumpliendo una real provisión de
En tiempos anteriores la aldea de Torres había llegado a tener alrededor de 120 habitantes. Sin embargo hacia la mitad del siglo XVIII quedaban en pie muy pocas casas y bastante humildes –otras casas se habían derruido o convertido en corrales–. En contraste con estas casas bajas, techadas a teja vana, y con las únicas dependencias de pajares, cuadras y alguna cocina, se encontraba la casa donde vivía José de Lamo con su familia y que constituía su lugar de residencia permanente. Dicha casa era la de las mayores dimensiones de todo el poblado y disponía, además, de cámara para el almacenamiento del grano y un molino de zumaque [2]. Así pues, a mediados del siglo XVIII José de Lamo tenía la condición jurídica de vecino de la aldea de Torres, y parece que esta era la razón por la que el presbítero de la cercana localidad de Almedina tenía la obligación de decirles misa todos los día festivos y administrarles los sacramentos a todos los parroquianos de dicho lugar.
José de Lamo llegó a ser el mayor propietario de la zona de Torres y sus alrededores, llegando a acumular unas 328,6 fanegas de tierra, muchas de ellas próximas al caserío, entre las que se incluían una huerta de dos fanegas y media, dos fanegas de zumacar y una era empedrada.
Hasta aquí la información extraída del artículo de C. J. Rubio Martínez. La escasez de datos personales sobre José de Lamo y la curiosidad me han llevado a indagar sobre el origen de este munereño con apellido tan frecuente en nuestra localidad. Con toda probabilidad el protagonista de esta historia sea José de Lamo Reguillo, hijo de Pedro de Lamo Reguillo y de María de Lamo Moreno [3], vecinos y naturales de Munera, que nació en Munera el 10 de diciembre de 1706 y fue bautizado el día 20 del mismo mes en la iglesia parroquial de la villa. Su hermano Pedro, mencionado anteriormente, habría nacido el 29 de abril de 1697, siendo bautizado el 8 de mayo con el nombre de Pedro Martín. Esta pareja de hermanos es la única que figura con los nombres de José y Pedro en el libro de bautismos de aquella época en Munera.
A la circunstancia anterior se añade un hecho más que parece confirmar completamente la identidad indicada. Se trata de una partida matrimonial de la parroquia de Villanueva de los Infantes en la que se recoge el matrimonio, celebrado el 30 de enero de 1730, de Pedro del Amo [4] Reguillo, natural de Munera y vecino de Villanueva de los Infantes, con Alfonsa María Contreras, una joven nacida en esta última localidad y vecina de la misma. Como padres de Pedro figuran en dicha partida Pedro del Amo y María del Amo. Así pues, la clara relación de estos dos hermanos munerenses con la localidad de Villanueva de los Infantes parece despejar las dudas sobre los orígenes familiares del protagonista, José de Lamo.
Actualmente quedan en
Torres algunos restos y edificaciones en estado ruinoso del antiguo caserío,
entre ellas, precisamente, la casa de José de Lamo. Al lado de esta última se
encuentra la única casa de la aldea que ha sido rehabilitada. A unos quinientos
metros también se conserva una casa, con blasones en su fachada, que perteneció
a una notable familia de Villanueva de los Infantes, los Fernández-Buenache,
quienes la utilizaban como finca de recreo. Hacia finales del siglo XVIII, esta
casa y la finca en la que se encuentra pasaron a ser propiedad de Manuel Godoy, quien fuera primer
ministro y favorito del rey Carlos IV. Allí pasaba el Príncipe de
Mi agradecimiento a Ángel Perea por la cesión de la fotografía que ilustra este artículo y por su interés en buscar respuesta a algunas de mis dudas.
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Casa de José de Lamo (vista desde los corrales) al principio de los años ochenta del pasado siglo. Foto: Ángel Perea (del blog del mismo autor: Montiel, un pueblo con historia). |
[1] RUBIO MARTÍNEZ, Carlos Javier: De aldea a locus amoenus: El despoblamiento del lugar montieleño de Torres. Cuadernos de estudios manchegos, nº 34, 2009.
[2] El zumaque es un arbusto que era muy utilizado en el proceso de curtido del cuero.
[3] Hasta el siglo XIX no se estableció en España la norma de asignar como primer y segundo apellidos de una persona los primeros apellidos del padre y de la madre, respectivamente.
[4] Desde hace siglos aparecen con cierta frecuencia, en documentos diferentes, las dos formas del apellido «de Lamo» o «del Amo» para referirse a la misma persona.
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