Toreros de Munera (VI). Los años ochenta


Graciano Jiménez Moreno

        La temporada taurina de 1980 dio comienzo en Munera con el tradicional festejo del día del Corpus Christi. Ese día, 5 de junio, tuvo lugar una novillada sin picadores en la que dos munereños ya mencionados en capítulos anteriores, Felipe de Lamo y Juan Ramírez el Fortunero, hicieron el paseíllo vestidos de luces acompañados por Joaquín de Faura y Fidel Ángel Montero. El triunfador de la tarde fue Fidel Ángel, sobrino del inolvidable Juan Montero, que cortó dos orejas al novillo de Daniel Ruiz y fue paseado a hombros. La labor de los munereños quedó resumida así en la reseña que publicó La Voz de Albacete:

   Felipe de Lamo, faena voluntariosa y una oreja. "El Fortunero", tres avisos (se niega a matar el novillo). Lo mata un espontáneo.

Cartel de la novillada del 5 de junio de 1980 en Munera.


Munera, 5 de junio de 1980. De izquierda a derecha, los espadas munereños Felipe de Lamo y el Fortunero, el empresario Pedro Fornés, y los diestros Joaquín de Faura y Fidel Ángel Montero.

Munera, 5 de junio de 1980. Felipe de Lamo toreando al natural.

      El espontáneo que se menciona era el munereño Valentín Arenas Sánchez, quien, confabulado con el empresario pedro Fornés, pudo saltar al ruedo dos veces, primero para dar unos muletazos al novillo de Joaquín de Faura y después para estoquear el que correspondió al Fortunero. Valentín era hermano de Francisco, citado en un capítulo anterior, y había ingresado en 1980 en la madrileña Escuela Nacional de Tauromaquia. Tras los inicios como novillero, Valentín decidió pasarse al escalafón de plata en 1990. Llegó a actuar como banderillero a las órdenes de matadores de toros y novilleros como José María Manzanares, Curro Vázquez, Rivera Ordóñez, Manolo Carrión, Víctor Puerto, El Juli, Vicente Barrera o Antón Cortés entre otros. En los últimos años de su carrera profesional Valentín formó parte de la cuadrilla de su paisano José María Arenas y, precisamente, actuando a las órdenes de este matador de toros hizo su último paseíllo vestido de luces en la feria munereña del año 2015.

Valentín Arenas Sánchez.

        La brillantísima y dilatada carrera de Valentín como subalterno  (llegó a participar en más de un millar de festejos) bien merece que le dediquemos un próximo capítulo para recordar su trayectoria taurina desde esta primera actuación en público en la plaza de toros de su Munera natal, aunque fuese como espontáneo, hasta su retirada el año 2015 en la misma plaza.

        Después de la novillada de junio de 1980 en Munera, Felipe de Lamo volvió a actuar en la misma plaza el 25 de julio de 1981. Era el primer festejo que se celebraba tras el reciente fallecimiento de Pedro Fornés Solana, propietario y empresario del coso munereño, acaecido apenas dos meses antes, el 4 de junio de ese año. En recuerdo de Pedro Fornés cabe decir que fue sobre todo un empresario romántico, caballeroso, con una gran afición y siempre generoso con los toreros. El festejo de ese día, festividad de Santiago Apóstol, consistió en un festival a beneficio de la Cruz Roja que sirvió, además, como emotivo homenaje al empresario desaparecido. Felipe hizo el paseíllo junto a los matadores de toros albacetenses Antonio Rojas y Juan Martínez y el aún novillero, también albaceteño, Manuel de Paz.

Cartel del festival taurino celebrado el 25 de julio de 1981 en Munera.

        Felipe de Lamo Varea continuaba en su empeño de abrirse camino en el difícil arte de la tauromaquia e intentaba aprovechar las escasas ocasiones que se le presentaban. Llevado por su enorme afición se había inscrito en 1977 en la escuela taurina de Madrid y allí, cuando sus obligaciones en Munera se lo permitían, pasó algunas temporadas hasta el año 1981. La entonces denominada Escuela Nacional de Tauromaquia estaba situada en la madrileña Casa de Campo y había sido inaugurada en octubre de 1976. El ella coincidió Felipe con jóvenes aspirantes a torero como José Miguel Arroyo Joselito, José Luis Bote, Miguel Cubero (hermano del Yiyo), Julián Maestro o José Luis Seseña, que más tarde serían matadores de toros. En un artículo anterior se recoge una simpática anécdota vivida por Felipe con su compañero en la escuela Joselito, quien más tarde llegaría a ser gran figura de la tauromaquia. En 1978 el munereño participó en festejos celebrados en El Provencio (Cuenca) y Lebrija (Sevilla). También toreó en los pueblos albaceteños de El Ballestero (en mano a mano con Maribel Atiénzar), El Bonillo, Ossa de Montiel y Minaya y en otras localidades como Casas de Haro (Cuenca), Chiloeches (Guadalajara) o El Barco de Ávila. Después del festival antes comentado, Felipe volvería en otras ocasiones a su villa natal. Así ocurrió el 22 de septiembre de 1983 actuando en la parte seria del espectáculo el Bombero Torero y en las becerradas locales celebradas el 25 de julio de 1985 y el 23 de septiembre del mismo año.

Felipe de Lamo Varea

        Un recuerdo entrañable merece el tristemente desaparecido José Sánchez Ruiz Cortijo, joven munereño que en los años ochenta se sintió atraído por el arte de Cúchares.

José Sánchez Ruiz Cortijo

        José Sánchez decidió probarse en una becerrada organizada por la peña taurina Palmas y Pitos de Munera el 24 de julio de 1988 con motivo de las fiestas de la Juventud de la localidad. Se cumplía ese año el 75º aniversario de la plaza de toros y la peña taurina organizó a lo largo del mismo diversos actos, entre ellos una interesante becerrada. El festejo contó con un variado cartel encabezado por el novillero Ricardo Sevilla Chicuelo de Albacete, quien, además de ejercer como director de lidia, toreó y mató unos de los novillos. El joven ganadero albacetense Jaime Fernández Graciani actuó como rejoneador y otros dos ejemplares se anunciaron en los carteles como un desafío entre las peñas taurinas Palmas y Pitos, de Munera, y Tomillo y Romero, de Albacete. Los aficionados que intervinieron como espadas representando a sus respectivas peñas fueron el munerense José Sánchez Ruiz Cortijo y el albaceteño Miguel Naharro (hijo del banderillero Miguelillo), quienes estuvieron acompañados de las correspondientes cuadrillas de banderilleros, también formadas por aficionados de las respectivas localidades.

Cartel de la becerrada del 24 de julio de 1988 en Munera.

        El periodista munereño Enrique García-Solana Gavidia reflejó así en el boletín informativo local Ecos el interés que despertó la primera actuación como espada del joven Cortijo:

De auténtica revelación puede calificarse lo sucedido con José Sánchez Ruiz, de nombre torero CORTIJO. Este chaval moreno, chaparrillo, simpático y avispado, nos sorprendió a todos con su buen hacer y aunque sea mucho decir, con su arte. Pero CORTIJO ha supuesto también un auténtico fenómeno de masas. Desde que se supo que estaba incluido en el cartel representando a "Palmas y Pitos" en el "desafío" contra "Tomillo y Romero", todos le daban ánimos, todos le apoyaban. Y esa tarde, cuando desde su casa y acompañado de su cuadrilla bajaba a la Plaza en un Mercedes, era saludado y aclamado por cuantos advertían su presencia. "Y eso que todavía no he empezado" decía refiriéndose al coche en el que viajaba.

Y llegó la hora de la verdad y demostró que de las palabras sabe pasar a los hechos. Y llegó y toreó como nadie, sorprendiendo a propios y extraños. Antonio Mondéjar, el veterano fotógrafo taurino, decía "le he hecho unas fotos que no se lo va a creer él mismo". La plaza estaba con su ídolo y él no defraudó a sus seguidores. Al final más de uno se arrepintió de no haber ido a la becerrada, porque los comentarios eran unánimes: ¿Cuántas veces habrá toreado este chaval para hacerlo así? ¡Este chaval es un fenómeno! Para terminar voy a confesar una cosa: me emocioné cuando después del triunfo, a la puerta de su casa, madre e hijo se fundieron en un abrazo bañado en lágrimas.

        Después del triunfo en la becerrada de julio, Cortijo decidió vestir el traje de luces por primera vez. Fue el 22 de septiembre de 1988, en la feria munereña, en una novillada sin picadores en la que estuvo acompañado por los jóvenes toreros Victoriano González y Manuel Montoya. Cortijo cortó esa tarde tres orejas y estuvo, según las crónicas, "tan voluntarioso como falto de oficio". En la feria del año siguiente, también el 22 de septiembre, Cortijo volvió a pisar el coso munereño en una novillada sin picadores en la que estuvo acompañado por dos jóvenes alumnos de la escuela taurina de Albacete: Rafael García y Manuel Amador. Los espadas se repartieron esa tarde tres orejas, una por coleta, y el torero local, todo afición, dejó entrever su buen concepto del toreo y sus carencias a hora de manejar los trastos.

Cartel de la feria taurina de Munera del año 1988.

        Poco duró la aventura taurina de José, a la que se dedicó, como hacía en todas sus actividades, con gran ilusión y empeño. Tras su brillante debut en la becerrada de julio decidió aprovechar su estancia por aquel tiempo en Madrid, en la base militar El Goloso, para asistir a la escuela de tauromaquia de la capital. Otro munereño y gran aficionado taurino, José Ramón Calero, que entonces residía en la capital, se encargó de acompañar al aspirante a la Venta del Batán, en la madrileña Casa de Campo, donde se ubicaba la prestigiosa escuela de toreros. Recuerda José Ramón que a su llegada al centro los recibió el profesor del mismo y ex matador de toros Joaquín Bernadó, quien preguntó a José su edad. Al responder este que tenía 19 años el maestro le comentó: "Normalmente en el toro se empieza bastante antes, pero si hay cualidades y afición todavía estás a tiempo". Como el curso en la escuela de tauromaquia comenzaba después del verano, si sus obligaciones militares se lo permitían iba las mañanas de los domingos a la Casa de Campo para entrenar con la ayuda de José Ramón. Por fin, después de su primera novillada de luces comenzó su asistencia a la escuela madrileña, donde estuvo recibiendo clases durante algunos meses.

Programa de mano de la feria taurina de Munera del año 1989.

        Cortijo era muy exigente a la hora de elegir la ropa de torear y el tamaño de capotes y muletas. Para la primera novillada su obsesión era ir de nazareno y oro; estuvo buscando ese vestido por las sastrerías taurinas madrileñas sin conseguirlo y finalmente hizo el paseíllo con uno azul y oro, del sastre albaceteño afincado en la capital Justo Algaba. Un año más tarde, en la segunda y última novillada llevaría un vestido grana y oro del mismo sastre.

        En 1995 José ingresó en los Servicios Especiales y de Prevención y Extinción de Incendios (SEPEI) de la Diputación de Albacete. El 3 de noviembre de 2009 el destino quiso que diera su vida en acto de servicio al derrumbarse la techumbre de un edificio en llamas en la localidad de Villarrobledo. Un año más tarde se descubría una placa en el parque del SEPEI de Villarrobledo dejando constancia de que dichas instalaciones pasaban a denominarse Parque de Bomberos José Sánchez Ruiz, en homenaje al bombero fallecido y como respuesta a la petición realizada por sus compañeros.

       Desde la creación a comienzos del año 1981 de la peña taurina Palmas y Pitos de Munera, esta asociación comenzó a organizar becerradas locales en colaboración con el empresario de la plaza. Estos eventos no solo facilitaron que muchos aficionados de la localidad pudieran probar, con mayor o menor fortuna, su valor y sus habilidades en el arte de Cúchares. En algunos casos también sirvieron como trampolín para que unos pocos decidieran acometer retos mayores en tan difícil arte. En este punto considero importante hacer una reflexión: el respeto que nos debe merecer el hecho de vestirse de torero ha de llevarnos a distinguir entre los que intentaron iniciar una carrera taurina, por muy escasos que fueran sus logros, y los llamados aficionados prácticos, entre los que me he considerado incluido, sin más objetivo que la satisfacción personal.

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