Historia del cine en Munera

Graciano Jiménez Moreno 

     El 28 de diciembre de 1895 los hermanos Lumière, considerados como los verdaderos inventores del cine, realizaron en los bajos de un café de París una demostración de su cinematógrafo. A esta primera proyección cinematográfica abierta al público asistieron treinta y cinco personas aunque la sala tenía capacidad para unas cien. Entre otras cintas se proyectó La salida de los obreros de la fábrica, y a pesar de narrar escenas de la vida cotidiana el público quedó totalmente impresionado, resultando la sesión un gran éxito. En enero del año siguiente se presentó otra película pionera en el lenguaje cinematográfico, La llegada de un tren a la estación de La Ciotat. Se cuenta como anécdota del acontecimiento que al proyectar la llegada del tren los espectadores salieron corriendo despavoridos al ver que el convoy se dirigía directo hacia ellos. A partir de entonces la demanda por parte del público fue tal que los hermanos Lumiére contrataron operadores de cámara que viajaban por todo el mundo realizando proyecciones. Inicialmente el cine era de tipo documental, que retrataba la realidad, y se filmaba con cámara fija, pero pronto empezó a evolucionar tanto técnicamente como en sus contenidos.

¿Cuándo se realizó la primera proyección en Munera? No he podido obtener respuesta a esta cuestión. La primera referencia escrita encontrada sobre una proyección cinematográfica en Munera data del día 8 diciembre del año 1921. Probablemente, esta no fue la primera vez que el cinematógrafo llegó a la localidad. Pienso que de haberlo sido se habría dado mayor énfasis a tan relevante acontecimiento en las crónicas que informaron sobre ello. La función cinematográfica, junto con un festival taurino que se celebró ese mismo día, festividad de la Purísima, con la participación del gran torero valenciano Manuel Granero, tenía como principal objetivo recaudar fondos para ayudar a los heridos en la guerra de África.

El ejército español vivía momentos críticos en África en su lucha contra los cabileños comandados por Abd-el-Krim. Acababa de producirse el llamado desastre de Annual y era imprescindible el envío de nuevos pertrechos militares y ayuda para atender a los numerosos heridos. Ante esta situación se produjeron en España numerosos movimientos, actos y cuestaciones para conseguir fondos que permitiesen paliar la situación de nuestros soldados.

            En el diario Defensor de Albacete se informó sobre la sesión de cinematógrafo en los siguientes términos:

Por la noche en el Teatro Benavente de esta localidad se dará con el mismo fin y en idénticas condiciones una gran función de cinematógrafo en la que una de las cintas serán episodios de la guerra de Marruecos.

            Las condiciones mencionadas en el párrafo anterior se refieren al módico precio de las entradas con el objetivo de que todos puedan contribuir con su aportación y que los ingresos de taquilla se destinarían íntegramente al fin patriótico reseñado. En días posteriores, el mismo diario se hacía eco por medio de su corresponsal en Munera del éxito de la proyección en los siguientes términos:

Por la noche el cine estuvo animadísimo pues se agotaron las localidades un día antes de la función, lo que ha motivado reunir otras pocas pesetas para los infortunados soldados.

            El teatro Benavente se encontraba encima del casino y desapareció en tiempos de la segunda república para instalar las escuelas en ese lugar. En cuanto al contenido de las cintas proyectadas, la única referencia encontrada es la ya mencionada sobre episodios de la guerra de Marruecos.

            Un paso importante en la historia del cine en Munera lo constituyó la inauguración el día 19 de febrero de 1947 del cine que una empresa de la localidad (Francisco Pitarch) instaló en el salón Flores. Eran tiempos difíciles en España, de cartillas de racionamientos, de mercado negro y estraperlo, y los munereños pudieron contar con un nuevo espacio de esparcimiento que a la vez facilitaba las relaciones sociales. El operador de la máquina de proyección era Juan Jesús Moya, conocido como Maera, quien anteriormente había aprendido también las técnicas de relojería y fotografía en Alicante.

Máquina de proyección del cine Flores, actualmente en el museo foto-etnológico La Molineta

Algún tiempo después, la propiedad de la máquina de proyección y su explotación pasó a manos de la familia Flores (el local era de su propiedad). Este hecho quedó reflejado de manera detallada en una información que el recordado Enrique García Solana envió a la agencia Cifra, de la que era  corresponsal, y fue publicada en el diario nacional Ya. La información, con el título «Una familia ha construido un local de cine y lo atiende íntegramente», decía así:

MUNERA (Albacete).­­­- Los miembros de una sola familia de este pueblo, sin ayudas ajenas, atienden al desarrollo de un negocio de cine. Al mismo tiempo, el padre y los hijos continúan al frente de su taller de carpintería, ocupación primitiva de todos ellos.
El carpintero-carretero señor Flores decidió un día, con la ayuda de su esposa y de sus hijos, construir un salón para espectáculos. El local fue dedicado, primero, a teatro y salón de baile. Más tarde, en el taller se hicieron las butacas y se montaron las máquinas para dedicarlo a cine. En la actualidad, el padre hace de portero; un hijo es el taquillero y el otro atiende la cabina. Otro hijo hace de acomodador, y la madre atiende el bar-repostería. Los nietos del jefe de esta familia venden caramelos en los descansos del espectáculo. Y hasta las gaseosas que se venden en el local se las fabrican ellos mismos con maquinaria propia.

            Algunos lectores recordarán aún el gallinero de la sala de cine, con suelo de madera, que amenazaba con venirse abajo cuando el público joven que lo ocupaba iniciaba un pateo en respuesta a alguna escena de la película, como las inevitables persecuciones a caballo en el far west americano.

Hay que recordar que las instalaciones del complejo que en su día montó Arturo Flores por el llamado Camino Raso (calle Albacete) disponía de un salón de baile, en el que se celebraban habitualmente las bodas de los munereños, y de jardines con una pista de patinaje en la que los jóvenes, y algunos que no lo eran tanto, mostraban sus habilidades sobre ruedas.

En la actualidad, esta histórica máquina de proyección se encuentra expuesta en el museo foto-etnológico La Molineta, al que ha sido donada por la familia Flores Arjona.

En el año 1953 abrió sus puertas un nuevo salón de cine en Munera. Luis Blázquez Aguado, el promotor y propietario, inauguró el día 19 de septiembre de ese año el cine Manisa, una espaciosa y cuidada sala, con capacidad para 540 butacas, situada en la calle Mayor, dotada de un amplio escenario apto para la celebración de otros espectáculos, además del cinematográfico. El nombre Manisa correspondía al acrónimo de los nombres de sus dos hijos Manuel e Isabel. En la sesión inaugural se proyectó, con la sala abarrotada de público, la película Un americano en París, largometraje dirigido en 1951 por Vicente Minelli y protagonizado por Gene Kelly y Leslie Carol. Tras la sesión inaugural se sucedieron, diariamente hasta el día 26 de septiembre, las películas El burlador de Castilla, Arenas sangrientas, Cantando bajo la lluvia, La máscara de hierro y La gran pasión, algunas de ellas repitiendo en días consecutivos.

Cartel de mano anunciador de la película Un americano en París en el cine Manisa

Programa del cine Manisa para el día 23 de septiembre de 1953

Tal fue el nivel de aceptación del nuevo y céntrico cine que la empresa dispuso unos abonos para el público con butaca reservada en la ubicación elegida. Como operador de la máquina de proyección, de la marca Ossa, estuvo durante algún tiempo el ya citado Juan Jesús Moya Maera; después ocupó ese puesto el hijo de este, David, que había obtenido el correspondiente carnet profesional en el cine Capitol de la capital albaceteña. Precisamente, durante una de las proyecciones que realizaba David le llegó el aviso de la muerte repentina de su padre. En los siguientes años, el cine Manisa continuó ocupando un lugar importante en los ámbitos social, cultural y de esparcimiento de los munereños. En el recuerdo quedan las largas colas en la taquilla los días de proyección que tan profesionalmente atendía Celia, con su chaqueta de uniforme, y en las que a veces costaba trabajo poner el orden necesario a Noguero, el popular policía municipal.

Luis Blázquez Aguado con la máquina de proyección del cine Manisa.

Al margen de lo cinematográfico merece la pena recordar una curiosa anécdota de aquellos tiempos de la que son protagonistas, entre otros, los mencionados Luis Blázquez y Maera. Tras el regreso de Antonio Rosillo a Munera después de su larga residencia en Méjico, este reconocido poeta local solía reunirse con sus amigos, cuya afición gastronómica era bien conocida. En una de estas reuniones Rosillo compuso estos sencillos versos:

        El cuarteto culinario

        Maera, Modis,

        Tinti y Mario.

Poco después el poeta tuvo que corregir la composición de ese grupo de la siguiente manera:

        Va aumentando tan aprisa

        el culinario cuarteto

        que ya ha llegado a quinteto

        con Luis el de la Manisa.

Juan Jesús Maera en el estudio fotográfico en los años 30. Fue operador en los cines Flores y Manisa

Entrada del cine Manisa utilizada para un evento celebrado en ese salón en 1976

Ya mediada la década de los sesenta, también el cine Manisa tuvo que sucumbir ante los cambios en las costumbres y la generalización del acceso a los espectáculos por televisión. La máquina que operaba Luis Blázquez también se apagó definitivamente, y el salón Manisa solo volvería a abrir sus puertas en ocasiones puntuales para acoger otros eventos (teatro, bailes, fiestas de carnaval, pórtico literario de la feria, etc.).

Además de las sesiones cinematográficas que tenían lugar en las dos salas fijas de la localidad, en alguna ocasión hubo proyección de películas en lugares abiertos, en las afueras del pueblo, por parte de operadores itinerantes. El que esto escribe recuerda haber asistido en su niñez, al inicio de los años sesenta, a una de estas sesiones, en la que se proyectó la película Un traje blanco. Mucho más recientemente, pero con otro objetivo completamente diferente, hemos de recordar las proyecciones de películas abiertas al público que han venido realizándose en la plaza en las noches de verano munereñas.

Como colofón a este breve recorrido a través de la historia cinematográfica en Munera es obligado mencionar el proyecto que en el año 2008 puso en marcha la asociación cultural República Independiente de Monteagudo, grupo local interesado en la promoción de nuevas actividades culturales, entre ellas el cine. Ese año los miembros de esta asociación organizaron, con la colaboración de otras personas, el I Festival Internacional de Cortos «El Perro Verde». El certamen supuso un éxito y permitió a muchos aficionados acercarse al séptimo arte desde otra perspectiva y mostrar a los asistentes las dotes creativas y de interpretación de sus amigos y paisanos. La última edición del Perro Verde tuvo lugar el año 2012. Como muestra del buen humor de los organizadores se puede añadir que, según me han contado, el carácter «internacional» del festival fue acordado con el objetivo de facilitar la participación en el mismo de los habitantes de la «nación» vecina, El Bonillo.

Cartel del II Festival Internacional de Cortos "El Perro Verde".


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