El reloj de la torre (2.ª parte)

Graciano Jiménez Moreno

(Publicado en ECOS, número 136, octubre-diciembre de 2021)

Un año después de finalizar la guerra civil, los responsables municipales acordaron sustituir el reloj de la torre de la iglesia por uno nuevo. El reloj existente entonces, fabricado por el relojero Antonio Sánchez de la Iglesia, había sido colocado en el año 1772 y la salud de su maquinaria no había permanecido ajena al paso del tiempo y a los avatares de la historia (la esfera había sufrido graves daños por los disparos recibidos en los años de la contienda al ser utilizada como blanco). Más de siglo y medio había permanecido en la torre el viejo reloj cuando llegó la hora de dejar su puesto a otro que con su nuevo mecanismo garantizara una información horaria precisa a los vecinos.

El encargo del nuevo reloj se hizo al relojero don Antonio Marot Torija, de Madrid, quien presentó un presupuesto-contrato con fecha 16 de octubre de 1940. En este mismo documento quedó constancia de la aprobación por parte de la Comisión Gestora del Ayuntamiento [1] el 30 del mismo mes, con las firmas del alcalde Leopoldo Bas y de los gestores Pedro Rosillo, Enrique Blázquez, Antonio Martínez, José Miguel Paños, Gregorio Rosillo y Julián González, firmando también Amadeo Fernández como secretario.

El señor Marot se comprometía en el contrato a colocar un reloj de torre, en el plazo máximo de dos meses y medio, compuesto por «una máquina tocando las horas, medias y repetición de horas, del número tres, con cuerda para treinta horas a pesas: Una esfera de cristal transparente de un metro veinticinco centímetros de diámetro: Un marco de hierro de ángulo para la esfera: Una minutería: Un juego de minuteros: Un martillo de hierro fundido para tocar las horas y medias: 125 kilos de pesas de hierro fundido: Dos ganchos para las pesas: Cuerdas metálicas, nudillos varillas, alambres».

En el contrato se especifica: «El valor de dicho reloj con los accesorios mencionados, es el de CUATRO MIL SETECIENTAS PESETAS cuya cantidad se ha de satisfacer al Sr. Marot en Madrid precisamente, en monedas de curso legal, sin quebranto ni descuento es decir, que ha de ser íntegras, libres de toda clases de impuestos y en tres plazos: El primero que será de MIL QUINIENTAS SESENTA Y OCHO PESETAS al terminar de hacer la instalación del reloj. El segundo plazo de MIL QUINIENTAS SESENTA Y SEIS PESETAS a fines de Marzo del año 1941 y el tercero y último de MIL QUINIENTAS SESENTA Y SEIS PESETAS a fines de Junio del año 1941».

También se estipula en el contrato que los portes del reloj y sus accesorios desde Madrid hasta la estación de Villarrobledo serían a cuenta del relojero, mientras que desde dicha estación hasta Munera correrían por cuenta del comprador. Asimismo se hace referencia a la retribución, gastos de viaje y hospedaje del personal técnico encargado de la instalación del reloj, que serían por cuenta del señor Marot. Sin embargo, «todas las obras de cualquier arte u oficio que sean necesarias para la instalación del reloj, con incluso los andamios y personal para ayudar como igualmente otro accesorio imprevisto que pudiera hacer falta de los no mencionados, serán de cuenta del comprador».

Se indica también el derecho del comprador a reconocer el reloj y todos sus accesorios antes de colocar ninguna pieza, con la posibilidad de desechar las que no cumplieran las condiciones estipuladas. La garantía ofrecida por el relojero sobre «la buena construcción y sus buenos resultados» queda fijada en diez años a contar desde la fecha del contrato, estipulándose las obligaciones de cada parte en el caso de surgir algún problema.

El contrato, con una póliza de 0’25 pesetas adherida en el encabezamiento, está firmado por Antonio Marot y los miembros de la comisión ya mencionados. Presenta también sendos sellos estampados correspondientes al vendedor y al comprador. En uno de ellos puede leerse: «RELOJERIA CANSECO/SUCESOR/ANTONIO MAROT/San Sebastián, 2 y P. del Angel 10/MADRID»; el otro corresponde al «AYUNTAMIENTO NACIONAL DE MUNERA».

Como se desprende de los escritos de Antonio Marot dirigidos al alcalde de Munera, la fabricación y colocación del reloj se retrasó tres o cuatro meses más de lo previsto a causa de la tardanza en recibir el relojero algunos materiales precisos para su fabricación. De estos escritos parece deducirse que el reloj pudo quedar instalado en la torre a lo largo del mes de mayo de 1941.

El relojero Antonio Marot figura en el texto del contrato y en el membrete de sus cartas como sucesor de Antonio Canseco, con la dirección anteriormente indicada, lo que muestra el especial interés en reflejar el nombre de la relojería originaria. Antonio Canseco y Escudero (1838-1917) fue un reputado relojero leonés afincado en la capital de España desde los años sesenta del siglo XIX y «proveedor de la Real Casa». Esta empresa continuó funcionando tras la muerte de su fundador, aunque de los cuatro establecimientos que tenía en Madrid quedaron solo dos, uno de ellos regentado por su hijo, y el otro, el ya comentado de la esquina de la calle de San Sebastián con la plaza del Ángel (abierto en enero de 1988), que pasó a ser de Mateo Marot y March, quien se anunciaba como sucesor de A. Canseco.

Precisamente en la pequeña esfera que lleva incorporada la maquinaria del reloj de Munera figura el nombre de Mateo Marot. Cabe suponer que Antonio Marot, firmante del contrato y probablemente descendiente de Mateo, continuó utilizando esta marca al menos durante algún tiempo hasta que empezó a emplear su propio nombre.

Detalle de la maquinaria del reloj colocado en 1941.

De los talleres de Antonio Canseco salieron muchos de los relojes ubicados en edificios históricos de toda España, entre ellos el de la antigua Casa Consistorial de Albacete (actualmente Museo Municipal de Albacete), similar al de la Puerta del Sol de Madrid, también de ese relojero. Un reloj con la marca de Antonio Marot estuvo instalado en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Manzanares.

El reloj colocado en la torre de Munera por Antonio Marot ha venido informando durante décadas a los vecinos con sus 336 campanadas diarias y su esfera con numeración arábiga. El Ayuntamiento era el responsable, como propietario del reloj, de que se le diera cuerda cada día, encargando tal misión a algún empleado municipal u otra persona. Mediada la década de los sesenta era el sacristán de la parroquia Joaquín Bautista quien realizaba este cometido, según el correspondiente contrato, por el que recibía la cantidad anual de mil pesetas.

La última persona que ha mantenido la maquinaria del reloj en funcionamiento, aunque ya desconectada a la esfera, es Manuel López Alcolea, gran aficionado a la relojería, quien durante algún tiempo estuvo subiendo diariamente los 79 escalones de la torre necesarios para acceder a la manivela de la cuerda. Manolo me explica algunas de las características de este reloj. La maquinaria tiene un sistema de movimiento de péndulo por escape de áncora. Está fabricado con hierro fundido y bronce dorado, excepto la varilla del péndulo que es de madera para minimizar las variaciones de su longitud con los cambios de temperatura, evitando así que el reloj tienda a atrasar o adelantar.

Manuel López Alcolea con el reloj después de bajarlo de la torre.

Este reloj fue sustituido en el año 2001 por uno nuevo con funcionamiento y control electrónico. El reloj desechado quedó inerte en la torre expuesto al deterioro producido por su inactividad, el polvo, la suciedad y hasta la palomina. Manolo, que consiguió bajar el reloj de la torre, adecentarlo y guarecerlo en un rincón del coro, está empeñado en que se lleve a cabo una exhaustiva limpieza y el acondicionamiento para que esta pieza histórica del patrimonio local pueda ser expuesta en el lugar adecuado y contemplada por munereños y visitantes.

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NOTA: El reloj se encuentra actualmente en la iglesia, junto a la entrada a la sacristía, montado sobre un bastidor que permite verlo en funcionamiento accionado por su cuerda de pesas.


Carta del relojero Antonio Marot informando al Ayuntamiento de Munera sobre el envío de los componentes del reloj y algunos datos sobre su instalación.


Contrato firmado el año 1964 por el alcalde Pedro Fornés y Joaquín Bautista, sacristán de la parroquia, para hacerse cargo de dar cuerda al reloj municipal de la torre.


[1] El 30 de agosto de 1940 se había celebrado una sesión extraordinaria en el Ayuntamiento de Munera en la que tomaron posesión los nuevos miembros de la Comisión Gestora, quedando compuesta, a propuesta de la correspondiente autoridad provincial, por los siguientes gestores: Leopoldo Bas y Bas (alcalde), Pedro Rosillo Bas, Emilio Bravo Castillo, Enrique Blázquez Atencia, Antonio Martínez Toledo, Julián González Alarcón, José Miguel Paños Paños, Gregorio Rosillo Gallego y Celso Sánchez Blázquez.

Comentarios

  1. Que información tan guay. Recuerdo la emoción de ver desde la carretera de Villarrobledo, la torre con el reloj cuando llegábamos desde Madrid. Me alegro que esté conservado y espero que así se siga manteniendo

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