La plaza del cazador Leonardo Requena

Graciano Jiménez Moreno

(Publicado en ECOS, número 129, enero-febrero de 2020) 

            Partiendo de la plaza de la Constitución (antigua plaza Mayor de la villa) en dirección levante llegamos, tras recorrer los 450 metros de la calle Mayor, a la parte occidental de una plaza que lleva el nombre de un munerense: el cazador Leonardo Requena. Al mismo lugar se llega también por la calle de Santa Ana, la cual discurre casi paralela a la vía anteriormente mencionada. Este lado de la plaza, de unos 20 metros de anchura, separa los tramos norte y sur en los que queda dividida la calle de Ramón Coderque. La plaza, de forma muy alargada y aproximadamente triangular, se va estrechando hacia el este y, después de unos 100 metros, termina en la calle de Albacete (antigua carretera N430). Se comunica por el norte con la cortísima calle de San Miguel y por el sur con la de Joaquín Risueño.

            En el año 1885 el casco urbano llegaba por el este justo hasta el final de la calle de Santa Ana. La última edificación en esa dirección era entonces la que separaba el final de las calles de Santa Ana y Mayor, precisamente el lugar a partir del cual se formaría más tarde la plaza. No obstante, la calle Mayor aún no estaba configurada totalmente en su tramo final, pues desde la altura de la actual calle de Lezuza no existían construcciones en su lado sur. El crecimiento paulatino del casco urbano fue conformando esta plaza como continuación de las calles Mayor y Santa Ana, y debió de quedar totalmente definida al final de la década de los años veinte.

            Hacia la mitad del siglo pasado el suministro de energía eléctrica a la población de Munera se realizaba en condiciones muy precarias. Los limitados recursos hidráulicos en la central generadora de El Santo solo permitían proporcionar a la población fluido eléctrico durante algunas horas desde el anochecer, siendo el barrio del Camino Raso uno de los que más sufrían esta situación al no llegarle energía suficiente para satisfacer siquiera las mínimas necesidades de iluminación. Ante estas circunstancias, la empresa de los herederos de don Pascual Cadenas decidió trazar una nueva línea, de 3000 voltios, desde el calzadizo o «cazaizo» hasta un transformador que se situó en la placeta que nos ocupa, frente a la fachada que antiguamente se conocía como el testero de la Ambrosia, y desde ahí proporcionar electricidad a esa parte del pueblo. No obstante, no se consiguió resolver los problemas del servicio eléctrico en Munera y unos cuatro o cinco años después, el 20 de septiembre de 1951, se inició el suministro a través de una nueva línea, de 15000 voltios, que se construyó desde La Roda. El transformador de la placeta dejó de ser utilizado, pero desde su instalación este lugar fuese conocido en la localidad durante bastantes años como la placeta del transformador.

            Otro hecho significativo en la historia de la plaza tuvo lugar como consecuencia de las obras para el abastecimiento de agua potable al pueblo. En 1962, en sus primeras fases, se instalaron en el casco urbano cuatro fuentes públicas, a las que acudían los vecinos para llenar sus cántaros, botijos y garrafas. Una de estas fuentes estuvo situada precisamente frente al ya mencionado testero de la Ambrosia, prácticamente en el mismo lugar que había ocupado el transformador. Los que vivieron aquel momento recordarán la prontitud con la que los lugareños idearon un sencillo artilugio para mantener presionados de manera cómoda los grifos mientras llenaban sus recipientes.

            En la segunda mitad del siglo pasado la plaza fue adquiriendo mayor relevancia y un destacable movimiento comercial. Además, era lugar de paso casi obligado hacia el salón de baile, de bodas y cine de la familia Flores. En el mencionado edificio existente entre las calles Mayor y de Santa Ana se instaló el comercio de Francisco García Atencia, en el que se vendían artículos de ferretería, droguería, ultramarinos, mercería, relojería, loza y cristal, calzados, tejidos y confección, entre otros. También los puestos y atracciones de la feria de septiembre fueron avanzando con el tiempo por la calle Mayor y algunos encontraron en esta plaza la amplitud necesaria para desarrollar su actividad. En la plaza ubicó Luis Ramírez un quiosco hace décadas y durante algún tiempo varias mesas de futbolín que servían de entretenimiento para los jóvenes. El quiosco tuvo dos emplazamientos que alternaba según su conveniencia: uno en el lado sur de la plaza, muy cerca del final de la calle Mayor; el otro enfrente, en la parte norte, que ocupaba cuando desapareció. La apertura de nuevos establecimientos y los cambios en los ya existentes son una clara muestra de la vitalidad de esta plaza. Donde estuvo tantos años el comercio de Francisco García después se instaló el bazar Eurochollos y ahora está la heladería y cafetería Don Pato. Entre las calles de Ramón Coderque y de San Miguel ha estado abierta hasta hace poco una pequeña tienda, denominada El Kiosco como recuerdo del pequeño puesto que estuvo justo al lado. A un lado de este establecimiento, en la vieja casa que hace esquina con la calle Ramón Coderque, tuvo abierta su academia de mecanografía Celso Sánchez, quien luego la trasladaría a la calle del Calvario; al otro lado, en la esquina, la bocatería y cafetería Story ocupa el lugar donde antaño se encontraba la carpintería de Ángel Parreño, en cuya primera planta su hermano José María ejerció el oficio de peluquero.

            Avanzando por el lado norte de la plaza hacia la salida del pueblo, al cruzar la calle de San Miguel nos encontramos la panadería y pastelería El Pilar, continuadora de la actividad que Miguel Varea y Pilar Rozalén desarrollaron durante años en su horno. Precisamente, el nombre de este panadero fue el motivo de que en el último cuarto del siglo pasado se asignase el del mencionado arcángel a esa calle. Tras recordar otros establecimientos ya desaparecidos, más o menos efímeros, como la guarnicionería de Fede o una oficina de seguros, llegamos por este lado al chaflán que se forma con la calle de Albacete. En este edificio tuvo una tienda hace años Daniel Morcillo Couque y actualmente alberga la oficina de Correos de la localidad. Al llegar a este punto me viene vagamente a la memoria que, al menos por los años cincuenta y sesenta, estuvo colocado en el mencionado chaflán un emblema de considerable tamaño con el yugo y las flechas, distintivo que se colocaba entonces en la entrada de las localidades españolas  como muestra de adhesión a la España de Franco.

            Si cruzamos a la acera del otro lado para recorrer por ella la plaza, ahora en el sentido contrario, vemos el lugar donde hasta poco tuvo Tomás Carrizo (Construcciones Carrizo) su exposición de materiales de construcción. Anteriormente, en ese lugar estuvieron las instalaciones de la carpintería de Pepe Rubio. Y al lado, el local que ha venido albergando la sede de la asociación cultural taurina José María Arenas, peña que ha seguido y animado a su torero de manera incansable desde los inicios de su brillante carrera taurina. Después de cruzar la calle de Joaquín Risueño, pasamos frente al porche que cada feria acondicionan unos munereños afincados en La Roda para ofrecer a los clientes los tradicionales «miguelitos» acompañados de sidra. A continuación, cerca ya del testero de la Ambrosia, encontramos un establecimiento de café y copas, también emblemático, El Mariachi, donde podemos poner fin a este breve recorrido por la plaza del Cazador Leonardo Requena.

            Aunque Leonardo Requena es conocido por todos los munereños, no debemos demorar más recordar los méritos de este cazador, que le llevaron a alcanzar gran popularidad a nivel nacional y a recibir el reconocimiento de sus paisanos con la dedicatoria de una de las plazas de su pueblo.

            Leonardo Requena Miñán nació el 6 de febrero de 1942 en el seno de una familia de pastores, siendo el menor de seis hermanos varones. Desde niño fue aprendiendo el oficio del pastoreo con su padre, lo que le llevó a adquirir un gran conocimiento del campo y de los animales cinegéticos de la comarca y sus querencias. Pronto demostró su habilidad para cazar mediante lazos, garrote, con la ayuda del perro y con escopeta. De esta manera también contribuía, como tantos munereños de entonces, a abastecer la despensa de la casa.

            Sus cualidades como cazador le llevaron a participar en los campeonatos provinciales de caza menor con perro los años 1972 y 1974 representando a la Sociedad de Cazadores de Munera, entidad que había sido creada el año 1968. La falta de experiencia en este tipo de competición no le permitió obtener entonces buenos resultados. Sin embargo, en 1975 se proclamó campeón provincial, y en 1976 consiguió el subcampeonato regional, lo que le facultó para asistir en calidad de juez de competición al VIII Campeonato Nacional de Caza Menor con Perro.

            El año 1977 supuso la ascensión de Leonardo a lo más alto en esta modalidad de caza. El 26 de noviembre de este año ganó el campeonato provincial, celebrado en terrenos de Munera. Pocos días después, el 6 de diciembre, consiguió el campeonato regional que tuvo lugar en terrenos de El Bonillo, en el que participaban representantes de Valencia, Alicante, Cuenca y Castellón, además del campeón albaceteño. En estos dos campeonatos Leonardo ya tuvo como compañero al perro Charlie, un pointer de origen inglés con mezcla de bretón que le dejó su paisano Luis Tarancón.

            Como campeón regional Leonardo participó en el X Campeonato Nacional de Caza Menor con Perro, correspondiente al año 1977 pero celebrado el 21 de enero del año siguiente en terrenos de Chinchilla y Hoya Gonzalo. Ese día, tras recorrer unos cuarenta kilómetros en siete horas, llegó al control con doce perdices, ocho liebres y dos conejos. El munereño Leonardo Requena se proclamaba así campeón de España.

Una de las portadas de revista que reflejaron los triunfos de Leonardo Requena.

            Pocos días después, el diario El País publicaba un amplio y elogioso artículo del periodista Juan Mora, en el que se afirmaba: «Este hombre […] es uno de los mejores deportistas españoles. Su copa de campeón de España así lo acredita, porque la caza es uno de los 51 deportes reconocidos en España como tal».

            Después de tan importante éxito, Leonardo fue objeto de numerosos homenajes y reconocimientos. La Sociedad de Cazadores de Munera acordó nombrarle socio de honor. Asimismo, la Delegación Provincial de Educación Física y Deportes, a propuesta de la Federación Provincial de Caza, lo designó mejor deportista de la provincia en ese año.

En octubre de 1978 Leonardo viajó hasta Italia para representar a España en el campeonato de Europa de perros de muestra, un concurso muy diferente a los campeonatos de caza que había disputado en España. En la prueba se valoraba la habilidad del perro y el munerense concursó con un perro que le asignó la Federación Española de Caza.

            En 1978 Leonardo volvió a disputar el campeonato nacional, al que llegó de manera directa por ser el último campeón. El 2 de diciembre de ese año se proclamó nuevamente campeón de España; esta vez en el municipio jienense de Cabra del Santo Cristo, en la comarca de Sierra Mágina. Otro artículo en el diario El País del periodista antes citado describió perfectamente la nueva hazaña de Leonardo:

    Leonardo Requena, el pastor, ha demostrado ser este año también el mejor cazador de España. En siete horas cobró veinticinco piezas con la ayuda de su perro Charly. Los restantes catorce cazadores que acudieron al Campeonato de España no llegaron a tanto, pese a que el coto social donde se celebró la final era pródigo en caza. La undécima edición del Campeonato de España de caza menor con perro consolidó la imagen de gran cazador que adquirió la pasada temporada Leonardo Requena, de profesión pastor. Se dijo por aquel entonces que había ganado por haberse celebrado el campeonato en tierras albaceteñas por él conocidas –Requena vive en Munera– pero este año la final se celebró en Jaén y, pese a no haber cazado nunca allí, mató más piezas que nadie. Por su profesión conoce el campo como nadie, y la querencia de las perdices. Caza a paso muy rápido –su ritmo es de más de seis kilómetros por hora– y no teme cargar con piezas más pesada que las perdices, como pueden ser los conejos o las liebres Además de matar doce perdices, en la final del campeonato cargó también con el peso de tres liebres y diez conejos, lo que le supuso llevar encima unos treinta kilos.

            El año siguiente el campeonato nacional se celebró en Las Palmas de Gran Canaria. Hasta allí viajó Leonardo y aunque no pudo revalidar el título tuvo una dignísima participación. Fueron muchos los munereños que en aquella ocasión volaron a las Islas Canarias para acompañar a su paisano –el autor de este artículo tuvo que conformarse con despedirlos en el aeropuerto madrileño–. Para alguno de ellos supuso el primer viaje en avión de su vida, quizás el único, protagonizando divertidas anécdotas que aún se recuerdan.

            Las hazañas y vivencias de Leonardo Requena fueron recogidas por el munereño Juan Jou Martínez en un libro titulado Leonardo, campeón de caza que fue editado por la Sociedad de cazadores de Munera en 1979.

Libro sobre el campeón de caza escrito por el munereño Juan Jou, con portada del también munereño Emilio Solana.

            Para el autor de estas líneas supone una enorme satisfacción poder charlar con la persona a la que está dedicada esta plaza de Munera. Con ese propósito me dirijo a su casa, en la calle Tilanes (nombre especialmente relacionado con el pastoreo). Cuando llego me dicen que Leonardo se había ido al campo, a las tierras que posee cerca del pueblo, donde suele pasar buena parte de su tiempo disfrutando de un entorno natural, como ha hecho toda su vida. Hasta allí vamos su hijo Leonardo, mi hermano Isidro y yo a buscarlo, y allí, en mitad del campo, hablamos de tiempos algo lejanos, cuando estaba en la élite del deporte de la caza, de sus viajes en avión, del apoyo de sus paisanos y seguidores que lo acompañaban en los campeonatos, de su relación con el rey Juan Carlos, de los homenajes, de una época, en fin, que el campeón recuerda con un cariño especial.

De las innumerables anécdotas vividas por Leonardo, algunas están relacionadas precisamente con el monarca. En cierta ocasión fue invitado a una cacería a la que asistía el rey Juan Carlos, quien en broma le advirtió que venía dispuesto a arrebatarle el título de campeón. Cuando acabó la jornada reconoció que a la vista de los resultados el campeón seguía siendo Leonardo. En otra ocasión, cazando con el monarca, Leonardo pronto advirtió la querencia de los conejos que iba espantando el rey y se apostó en el lugar conveniente. El rey Juan Carlos comentó después a Leonardo que era la primera vez que él mismo había ejercido de ojeador, aunque de manera involuntaria. A una de estas cacerías asistió también el ilustre escritor Miguel Delibes, miembro de la Real Academia Española y apasionado de la caza y del mundo rural. Como Leonardo había acudido acompañado de Alfonso Játiva, entonces alcalde de Munera, durante la cacería este iba ayudando al campeón en las tareas de levantarle la caza. Al terminar, Delibes comentó a Leonardo que con un alcalde así no hacía falta que llevara ningún perro y que la próxima vez él procuraría traerse a su propio alcalde.

Fotografía dedicada por el Rey Don Juan Carlos a Leonardo Requena como recuerdo de una jornada cinegética.

            Como la tarde es fresca decidimos volver ya a casa de Leonardo. Allí nos muestra amablemente los numerosos trofeos, las fotografías y otros recuerdos que guarda el campeón. En la parte trasera de la casa, con salida a la calle Molinetas, se encuentran los corrales y dependencias que años atrás estaban dedicadas al ganado.

            No podíamos terminar sin antes recordar al resto de miembros de esta familia de grandes deportistas munerenses. Doce hijos ha tenido con su esposa, Josefina, pero desgraciadamente sus hijas Magdalena y Aurora ya no están (fallecieron a los 21 años y a los pocos días de nacer, respectivamente). El mayor de sus hijos, Leonardo, es otro magnífico cazador que, siguiendo los pasos de su padre, se proclamó campeón de caza menor con perro de Castilla-La Mancha en 2017 y disputó la final del campeonato de España en diciembre de ese mismo año. Asimismo, como corredor de larga distancia ha participado de manera brillante en diversas pruebas de campo a través y en medias maratones. Rosario, el segundo hijo del campeón también comparte la afición de la caza, destacó como atleta y llegó a quedar en tercera posición en su categoría en el maratón de Madrid del año 1981. Ángeles, hoy policía local en nuestro pueblo, fue campeona de campo a través de Castilla-La Mancha y participó en el campeonato de España, por lo que le fue concedida una beca de la Junta de Comunidades para facilitar su preparación. Marcelino, Josefina, José, Antonio, María Luisa, Mari Llanos y Elías completan la familia numerosa del matrimonio.


            Con tan amena e interesante charla se nos ha pasado el tiempo volando. Tenemos que despedirnos. Pero antes aprovecho la ocasión para recordar a Leonardo hijo que tenemos otra cita pendiente. Procuraremos no olvidar entonces la navaja porque seguro que habrá algo que pinchar.

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