La plaza de Emilio Solana Morcillo. El barrio de las Molinetas

Graciano Jiménez Moreno

(Publicado en ECOS, número 137, enero-marzo de 2022)


Emilio Solana Morcillo

En el extremo norte del casco urbano, en el barrio conocido como las Molinetas se encuentra una espaciosa plaza que en los últimos años ha experimentado una importante transformación, llegando a convertirse en uno de los lugares de referencia de la cultura y la historia de nuestro pueblo. La plaza lleva el nombre del munereño Emilio Solana Morcillo, un singular, polifacético y querido artista que se marchó en un momento de gran actividad creadora y que dejó en calles y parajes de nuestro pueblo una buena muestra de su obra artística. El centro de la plaza lo ocupa, precisamente, un grupo escultórico de su autoría; se trata de un monumento a los agricultores realizado en hormigón que representa a un labrador con una yunta de mulas en plena labor agrícola, lo que hace que la plaza sea conocida también como plaza de las mulas.

Desde la variante N-430a que circunvala por el norte la población puede accederse directamente a la plaza recorriendo unos 350 metros por la carretera de Minaya, vía que penetra en el propio casco urbano y que después de llegar a la plaza de Emilio Solana continúa hacia el interior manteniendo ese mismo nombre.

En sentido inverso, es decir, desde el centro de la población, puede accederse por la mencionada carretera de Minaya o por la calle Cementerio, que confluyen en el vértice suroeste de la plaza. Esta última calle es el camino que siguen las comitivas fúnebres que atraviesan la plaza en su camino al camposanto, situado a unos 260 metros en dirección nordeste. Otros accesos a esta plaza, de espacios abiertos, son la calle de la Comunidad Valenciana y la calle Baleares que desembocan en ella por su vértice sudeste llegando desde levante y el mediodía, respectivamente. Aún tiene esta plaza otra salida, la que por poniente lleva a la calle llamada Molinos.

Para hablarnos de Emilio Solana y de la plaza que lleva su nombre es obligada la cita con M.ª Ángeles Arenas Carrizo, viuda de Emilio, concejala de Cultura y Turismo y miembro de la Asociación Cultural y de Turismo «TURIMAN», una asociación constituida en 2007 y cuya principal finalidad es potenciar y difundir los recursos turísticos del municipio. Por añadidura, M.ª Ángeles nació en este barrio de las Molinetas, en la calle Cementerio.

            Nos recibe M.ª Ángeles en el Museo Foto-Etnológico «La Molineta», ubicado en una molineta (así se han llamado en Munera los molinos de viento que hubo en esta zona) situada a un lado de la plaza, junto a la confluencia de la carretera de Minaya y la calle Cementerio. De esta construcción, de gruesos muros y un perímetro de más de veintitrés metros, se conservaban en pie apenas cuatro metros en la última década del siglo pasado, siendo restaurada en 1999. M.ª Ángeles nos muestra una de las piedras de la fachada, sobre la puerta de la molineta, en la que figura una inscripción con el año 1861, muy probablemente indicativa de la fecha de su construcción. El museo consta de tres plantas y cuenta, entre otras interesantes piezas y objetos antiguos, con una valiosa galería de fotos sobre los modos de vida de los munereños a lo largo del tiempo, sus actividades y los actos y celebraciones más importantes de la villa. Una máquina de cine antigua, donada por la familia Flores Arjona, y la proyección de videos de hace varias décadas, donados por los hermanos Joaquín e Isidro Jiménez Moreno, complementan la visita al museo.

            Fijamos ahora nuestra atención en el conjunto escultórico creado por Emilio que hay al lado de la molineta; está compuesto por las figuras de don Quijote y Sancho montados en sus correspondientes cabalgaduras. Este conjunto, compuesto de numerosos elementos de hierro forjado, es de características similares a otros dos que también diseñó el artista munereño y que se encuentran en otros parajes del pueblo.

            Desde donde nos encontramos podemos ver, al otro lado de la plaza, un edificio de grandes dimensiones, el antiguo almacén de trigo (SENPA) que ha dado paso a un edificio polivalente. Una parte del edificio ha sido acondicionada para albergar la Escuela Municipal de Música «José Luis Castejón» (la inauguración oficial de la nueva sede tuvo lugar el 23 de septiembre de 2016) y otra parte, con planta baja y planta primera, constituye el Centro de Recepción al Visitante. Este centro, inaugurado el 24 de marzo de 2021, es el punto de recepción e información turística en el que se muestra a los visitantes, por un lado la estrecha relación de Munera con el Quijote y por otro el legado cultural de nuestro pueblo y su rico patrimonio histórico y natural. Añade M.ª Ángeles que se están llevando a cabo los trámites necesarios para que estas instalaciones puedan acoger próximamente la Oficina de Turismo de la localidad. También me recuerda que esta plaza viene siendo el escenario de diversos actos culturales y de esparcimiento como un homenaje al poeta munerense Antonio Rosillo, Aroja, actos de entrega de galardones o las populares Noches al Fresco.

            Continuamos nuestra charla y llega el momento de hablar de Emilio, su marido, el artista que da nombre a la plaza y que como persona supo ganarse el aprecio de todos cuantos le conocieron.

Emilio Solana Morcillo nació en 1955, en Munera, y desde niño dio muestras de sus dotes para el dibujo y de una gran habilidad para recortar directamente en papel siluetas de animales con gran precisión, llegando a intervenir con tal motivo en un programa de la televisión española. En su época de estudiante destacaba en la materia de Dibujo. «Emilio ha sido el mejor alumno que he tenido», escribió de él su profesor Juan Miguel Rodríguez Cuesta. Quiso ingresar en la Escuela de Bellas Artes de Valencia pero tras un primer intento diversas circunstancias como el servicio militar o el trabajo le hicieron desistir. No obstante, mantuvo intacta su afición y su actividad artísticas apoyadas en una formación autodidacta.

En los años noventa impartió clases de pintura en la Universidad Popular de Munera. También participó en el Taller de Artes Plásticas de Albacete. En 1997 tuvo lugar con gran éxito una exposición individual de su obra en el Ateneo de Albacete. A partir de ahí su trayectoria artística se abre a nuevos horizontes. La escultura, que siempre le había atraído y con la que ya había coqueteado, pasó a ocupar un lugar preferente en la actividad artística de Solana y comenzó a diseñar y modelar esculturas y murales empleando como materiales el hierro, el cemento y el hormigón. En la feria de Munera del año 2017, con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento, se celebró una exposición-homenaje en la Casa de Cultura que supuso un recorrido por todas las etapas de su vida artística y profesional. Emilio había fallecido el 24 de mayo de 2007 víctima de juna cruel enfermedad.

La temática de la obra de Emilio Solana, en la que siempre han estado presentes sus grandes aficiones, ha girado fundamentalmente alrededor de la naturaleza (muy especialmente del mundo animal), del arte taurino, de los motivos cervantinos y las escenas costumbristas.

Emilio dejó un variado legado artístico en el pueblo que los munereños y los visitantes pueden disfrutar a diario. Además de las obras ya mencionadas cabe citar el relieve de las Bodas de Camacho situado junto al puente que sortea el cauce del río Córcoles. En el tema taurino, además de su obra pictórica destaca el mural en relieve, de 35 metros de largo, próximo a la plaza de toros, que representa la antigua forma de trasladar los toros de lidia, a pie, desde las ganaderías hasta nuestra plaza de toros. Algunos motivos taurinos de Emilio figuran en el cartel y en las entradas que se utilizaron en el festival taurino que la Asociación Cultural Taurina José María Arenas organizó en homenaje al artista un año después de su fallecimiento.

El trabajo de Emilio ha trascendido más allá del ámbito local, pudiéndose encontrar obras suyas en lugares como Sevilla, La Roda, El Bonillo, Villarrobledo, Ossa de Montiel o Albacete.

            Con el recuerdo de Emilio aún presente le pido a M.ª Ángeles que, antes de terminar nuestra emotiva y amistosa charla, me hable del barrio de las Molinetas (su barrio natal), de la actividad y el día a día de sus gentes. Recordamos que el nombre con el que se le conoce, Molinetas, en plural, proviene de la existencia en otros tiempos de más de un molino de viento en esa zona. En efecto, en la calle Rosario, entre las viviendas marcadas con los números 25 y 27, puede apreciarse una parte del muro circular perteneciente a otra molineta que hace tiempo quedó integrado en la fachada. Es más, una vista aérea del lugar mediante alguno de los programas informáticos actualmente disponibles permite comprobar la forma totalmente circular del tejado de la antigua molineta y su integración a las construcciones contiguas.

Al intentar recordar centros y establecimientos de carácter industrial, comercial o de otra índole ubicados actualmente en el barrio van surgiendo algunos nombres. Sin el propósito de ser exhaustivos recordamos algunos de ellos, como la almazara y cooperativa oleovinícola Campos de Munera, la cooperativa panificadora San Isidro, un almacén de materiales para la construcción, una tienda de muebles, el gimnasio municipal, el Centro de Día, tres carpinterías metálicas, una pastelería, tres talleres mecánicos, dos empresas de limpieza y envasado de ajos y un almacén de cereales y fertilizantes.   

            La entrevista con M.ª Ángeles llega a su fin. La grata compañía y el tema de nuestra conversación, con el recuerdo de Emilio siempre presente, han hecho que el tiempo se pase volando. Nos despedimos hasta una próxima ocasión. Atrás dejo la plaza, un lugar abierto y singular, como lo fue el munereño que le da nombre.

            Las primeras informaciones que he podido encontrar sobre los orígenes del barrio de las Molinetas figuran en el libro Munera por dentro. Escribe Enrique García Solana que «en 1936 sólo había cimientos». Por otra parte, en el primer número de Ecos (agosto de 1945), se hacía referencia al mismo como el «incipiente barrio de las Molinetas», el cual, junto con otras obras que se estaban realizando en la localidad recordaban Brunete, Guernica o el barrio de Usera, lugares que habían sufrido enormes daños en la guerra civil.

            Algunos datos más concretos sobre el grado de crecimiento del barrio en esa época pueden obtenerse de los vuelos fotogramétricos realizados en los años 1945 y 1946 por el Army Map Service de EE. UU. A partir de esas fotografías el autor de este artículo ha realizado un croquis de las edificaciones existentes entonces en la zona norte de Munera que incluye el actual barrio de las Molinetas. Ha de tenerse en cuenta, no obstante, que se trata de un croquis aproximado ya que la calidad y la resolución de las imágenes impide la identificación precisa de algunas construcciones o del tipo de las mismas (vivienda, corral, etc.). En este croquis puede apreciarse la elevada superficie dedicada a corrales, la situación de las dos molinetas (una de ellas ya integrada en los edificios adyacentes) y de varias eras, así como el trazado que adoptarían algunas calles que aún estaban sin conformar. El propietario de la casa que por el lado este de la calle Cementerio figura más al norte me relata, como anécdota curiosa, que esa casa era conocida hace décadas como el «vagón suelto» por su situación aislada y que vivía en ella la «hermana Ranquilla».

Las características orográficas del lugar han propiciado que la expansión urbanística de esta zona en las últimas décadas se haya producido principalmente hacia el este, siguiendo un trazado moderno de calles paralelas, como Comunidad Valenciana, Luis Braille, Santiago o Rosario, y sus correspondientes transversales, que se van alejando del primitivo barrio de las Molinetas.

Plaza de Emilio Solana Morcillo.





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